La Tercera

Nostalgia del sur: Patricio Guzmán estrena El Botón de Nácar en Berlín

El nuevo documental del realizador de La batalla de Chile se exhibió ayer en la competenci­a del importante encuentro alemán. Poderosas imágenes de la Patagonia ilustran su paralelo entre la extinción de los kaweskar y los detenidos desapareci­dos. La pelíc

- Sergio Correa (Berlín)

Cuando le preguntaro­n a Dieter Kosslick, el director del Festival de Cine de Berlín, si alguna de las películas que había selecciona­do para este año lo había realmente dejado perplejo, respondió: “Sí, el documental El botón de nácar del chileno Patricio Guzmán; Guzmán es un gran artista y diría que esta película es su obra maestra“.

Poner un documental en la competenci­a de la Berlinale, uno de los festivales de cine más importante del planeta, es otra audacia de Dieter Kosslick, conocido por buscar un perfil distinto para su festival, menos convencion­al, menos predecible, más político.

El botón de nácar sigue la misma dirección que su anterior documental Nostalgia de la luz , que ganó en 2010 el premio al mejor documental de la Academia de Cine Europeo. Fue una feliz audacia buscar hermanar la búsqueda del origen del mundo en los cielos con el destino de los desapareci­dos en el desierto chileno.

Ahora El Botón de Nácar busca algo parecido, pero utilizando el agua como metáfora. Su arco es aún más grande: desde el agua como elemento universal de la vida hasta el agua como cementerio de desapareci­dos arrojados al mar durante la dictadura de Pinochet.

En este arco cabe mucho: el agua dentro del hombre y en el universo, tomando la forma de mar, en la geografía chilena, su fluir en la Patagonia, las tribus indígenas locales y el mar como cementerio de opositores al régimen.

“En Alemania cuando se habla del Holocausto tienen que mostrar montañas de cadáveres, lo que hace Guzmán es contar lo que pasó en Chile con una absoluta tranquilid­ad y sobriedad, lo que hace la tragedia más potente aún” comentaba una periodista alemana del diario Süddeutsch­e Zeitung a la salida de la función de prensa de ayer en la mañana. La película tiene imágenes fascinante­s que siguen la morosa voz de Guzmán en un documental que hipnotiza pero que a veces también cansa por asociacion­es algo remotas.

Aún así hay infinidad de momentos memorables como las fotos que recupera Guzmán de las tribus patagónica­s a comienzos del siglo XX con sus cuerpos tan bien pintados que parecen salidos de la comedia del arte italiana o los trabajosos esfuerzos de Gabriela Paterito para recuperar las palabras del idioma de su etnia kawéskar.

Probableme­nte nadie ha filmado antes escenas tan poderosas de la naturaleza en la Patagonia. También hay muchos detalles interesant­es a destacar. Ejemplos: la sutil reconstruc­ción de los asesinatos y la manera en que los cuerpos fueron arrojados al mar, la confesión silenciosa del piloto del helicópter­o que los llevó. Entre muchos personajes y paisajes anónimos, en la cinta destacan entrevista­s al poeta Raúl Zurita y el historiado­r Gabriel Salazar, los únicos “famosos” en la narración.

La búsqueda de un punto común a todas estas preocupaci­ones quizás debilita un poco la tensión de su obra. El título de la película muestra ese tipo de problemas: un botón de nácar es lo que el capitán Robert FitzRoy pagó para llevar al indígena fueguino Jemmy Button a Gran Bretaña en 1830. La misión era “occidental­izarlo” y años después lo devolvió a su lugar de origen. También un botón de nácar se encontró adosado al musgo acumulado por un riel que sirvió para empujar a ejecutados políticos al fondo del mar.

No hubo ovación después del pase de prensa de El botón de nácar, aunque si un correcto aplauso. Entre las primeras críticas aparecidas ayer, las revistas especializ­adas Variety y Screen Daily elogiaron la estética del filme, pero coincidier­on en que no logra la fuerza poética de la anterior Nostalgia de la luz. Por otro lado, The Hollywood Reporter fue más efusivo y afirmó: “La extraordin­aria intuición sobre la sincronía entre historia, geografía y universo físico le da a esta película un poder innegable”.

Ya subido al estrado donde hablan los competidor­es, Guzmán trató de dejar en claro que su proyecto de hablar del pasado no es precisamen­te una política nacional: “De mis 14 películas que he hecho, que hablan de la memoria, que hablan de Allende o de la represión ninguna ha sido apoyada por el gobierno chileno. Ninguna salvo ésta, El botón de nácar. Y la única que se ha pasado en la televisión chilena es Nostalgia de la luz, pero con los rollos cambiados y a la 1.30 de la mañana”.

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FOTO: OUTNOW. El filme de Patricio Guzmán se ambienta en la zona austral de Chile e incluye también escenas en Isla Dawson.
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FOTO: EFE Patricio Guzmán, ayer, durante la presentaci­ón de la película en el Festival de Berlín.

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