La mujer del César
Señor director: Las posiciones más conservadoras argumentan en contra de la despenalización del aborto, promoviendo valores como el derecho a la vida y la protección del que está por nacer, sin tomar en cuenta las situaciones en las que se puede encontrar la madre o el feto. Otros plantean aprobar el aborto de manera libre, gratuita y segura, apelando al derrocamiento del patriarcado y a que las mujeres debemos decidir sobre nuestro cuerpo, independiente de la razón que se tenga para abortar.
Creo que la discusión sobre el aborto ha perdido el foco, simplificando un debate que cuenta con múltiples aristas. Según un reciente estudio del Centro de Medicina Embrionaria Experimental y Salud Materna, en nuestro país se realizan 18 mil abortos anuales, la mayor parte de ellos en condiciones precarias de clandestinidad, sin médicos especializados y condiciones de higiene mínimas, siendo las mujeres de menores recursos las más expuestas a estas condiciones.
No podemos desconocer el aspecto moral que trae este debate. Cuando hablamos de salud pública de la mujer, debemos tener en cuenta que hay otra vida involucrada; la discusión no puede obviarlo.
Como país no hemos sido capaces de dar soluciones a este tipo de situaciones. Urge un debate serio donde los casos de despenalización consideren ambas aristas, y vayan acompañados de la promoción de herramientas destinadas a la mujer, lo cual exige seguir avanzando en po- Señor director: La obligación de la mujer del César no sólo de ser honesta, sino también parecerlo, abarca, por lo menos, a todo el ámbito familiar del gobernante. En el caso que dio origen a la expresión, Pompeya no engañaba a Julio César, pero igualmente fue repudiada porque se había introducido la sospecha acerca de su conducta.
Según cuenta Plutarco, el patricio romano Publio Clodio Pulcro, enamorado de Pompeya, durante la fiesta de la Buena Diosa —celebración a la que sólo podían asistir las mujeres— entró en la casa de César vestido de tañedora de lira. Fue sorprendido y enjuiciado. Pero al César no le bastó: aunque le constaba que no había ocurrido nada deshonroso, optó por repudiar a su mujer.
La frase resume un duro principio ético que ha sido aceptado a lo largo del tiempo. También se entiende que no se restringe sólo al o la cónyuge del gobernante, sino también a su ámbito familiar inmediato.
Arrinconada por los sucesivos escándalos, la directiva de la UDI se aferró ahora a la denuncia de los negocios patrimoniales de la nuera de la Presidenta Bachelet para generar un escándalo, pese a que no hay indicios de ilícitos, y ni siquiera de “errores involuntarios” como dijo la senadora Ena Von Baer. Pero hubiera sido preferible que personajes tan cercanos a la Presidenta cuidaran mejor sus actuaciones.
El préstamo del Banco de Chile no involucra “el dinero de todos los chilenos”, como son los gastos de campaña o los beneficios impositivos. Pero es cuestionable (irritante, por lo menos) si se compara con las dificultades y tramitaciones que sufren personas y empresas que requieren créditos.
Hay algo aleccionador en la historia original de Julio César y Pompeya. Tras ser descubierto, Publio Clodio Pulcro fue detenido, juzgado y condenado por la doble acusación de engaño y sacrilegio.
Sin embargo, según Cicerón, logró eludir la condena mediante el soborno del jurado. En resumen: la única víctima fue la mujer del César.