Impacto de la reforma tributaria en la inflación Parte relevante del alza de precios en enero se origina en el efecto de esta reforma sobre determinados productos.
MAS DE la mitad de los productos y servicios que componen la canasta utilizada para calcular el Indice de Precios al Consumidor (IPC) registró alzas durante el pasado mes de enero. Como resultado, el indicador anotó una variación de 0,1%, muy por encima de la caída de 0,3% que proyectaba un mercado que confiaba más en el impacto que tendría la fuerte baja en el precio del petróleo a nivel global y su paulatino traspaso a los combustibles locales.
Como era de esperar, incidieron en este incremento algunos productos de oferta restringida en temporada estival, como también aquellos que se vieron directamente afectados por alzas de impuestos contenidas en la reforma tributaria que aprobó el Congreso el año pasado. Como señalaron economistas a este medio, estos cambios “continúan haciendo estragos en la inflación”. De hecho, los aumentos de precios en enero de bebidas alcohólicas y tabaco, ambos gravados con mayores impuestos específicos, explicaron el 27% del alza en el índice que excluye alimentos y energía.
Aunque el ministro (s) de Hacienda sostiene que se trata de efectos “por una sola vez”, el impacto de la reforma tributaria en los precios no viene sino a confirmar lo que los expertos advirtieron en su momento: los aumentos de impuestos terminan siendo pagados por los consumidores. Porque más allá de los argumentos políticos esgrimidos para defender un alza tributaria (“los que ganan más deben aportar más”, como afirma el programa de gobierno), tanto la teoría como la práctica económica han demostrado que la incidencia del impuesto afecta por igual a compradores y vendedores del bien gravado. Lo anterior, sin dejar de lado externalidades negativas que producen los mayores gravámenes, como un incremento del comercio clandestino, cuestión que en el caso del tabaco resulta evidente.
El mismo programa de gobierno se encargó de descartar una vinculación entre el menor crecimiento y la reforma tributaria. Esa falta de consideración sobre el crecimiento económico terminó costando caro al gobierno y al país en su conjunto. Todo el debate de la reforma, como asimismo los diversos aspectos pendientes para su aplicación, afectaron el ánimo de los inversionistas, y terminarán por desincentivar el consumo de productos gravados por parte de los consumidores. De paso, ello contrasta con los objetivos de mayor recaudación esgrimidos para sacar adelante el proyecto.
En definitiva, resulta evidente que los efectos de las decisiones económicas que toma la autoridad terminan por verificarse en las cifras y resultan claramente perceptibles para los consumidores por medio del reflejo en los precios de los bienes y servicios, como se comprobó en la variación del IPC de enero. La reforma tributaria no viene a saldar una supuesta deuda con “los poderosos de siempre”, como advirtió el año pasado un video oficial de La Moneda. Su esperada mayor recaudación provendrá de los ingresos tanto de empresarios como de consumidores y, por lo mismo, las obras que el Estado ejecute con los recursos obtenidos no serán mérito del gobierno de turno, sino de todos los contribuyentes. Por ello, la opinión pública tiene derecho a exigir un uso adecuado y eficiente de estos recursos adicionales, con transparencia y apego a las necesidades efectivas que tiene el país.