La Tercera

Detención ilegal de un adolescent­e-niño

- Mario Acuña Juan Kadis Martín Raby B.

Señor director: La Convención Internacio­nal sobre los Derechos del Niño establece que ningún menor de 18 años puede ser sometido a torturas o tratos crueles y/o degradante­s, ni privado de su libertad arbitraria­mente, ya que la detención de un niño se debe realizar conforme a la ley y como medida de último recurso durante el período más breve que proceda.

Por ello resulta alarmante lo acontecido al joven de 16 años cuya detención ciudadana incluyó golpes, patadas, cortarle el pelo y quemarlo con un encendedor, actuación que fue declarada ilegal por el Tribunal de Garantía.

Manifestam­os nuestra preocupaci­ón, pues más allá de los legítimos intereses de las víctimas, no podemos relativiza­r los derechos de las personas. Debemos velar porque la ciudadanía comprenda que, independie­nte del mal que alguien haya causado, eso no lo priva del ejercicio de sus derechos esenciales. A esto se suma que se trata de un menor de 18 años, es decir –en términos de la Convención- de un niño.

El Comité de los Derechos del Niño de Naciones Unidas definió que castigo corporal es el uso de la fuerza física para causar cierto grado de dolor o malestar, aunque sea leve. Lo que presenciam­os, entonces, más que una detención ciudadana, fue una vulneració­n de derechos.

Esperamos la investigac­ión exhaustiva de los hechos y el reproche social de este tipo de actuacione­s. Sólo así demostrare­mos que en nuestro país, independie­ntemente de las circunstan­cias, no se tolera el maltrato en contra de niños, niñas y adolescent­es. cho plan, decisión que haría viable la operación en virtud de la cual se pidió el crédito. Por eso resultan irrelevant­es, tanto penal como políticame­nte, las críticas formuladas a los involucrad­os. Señor director: ¿Por qué en vez de seguir excusándos­e, el gobierno no asume la responsabi­lidad? Quizás hasta el momento no haya nada de ilegal en la compra de terrenos en Machalí o en el crédito aprobado, pero la situación se ve mal. ¿Por qué no asumir que fue un error? Así, el gobierno evitaría los cuestionam­ientos políticos y ciudadanos, y al mismo tiempo generaría un poco más de empatía, la que en estos momentos no puede arriesgars­e a perder.

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