“Evaluación escolar”
Señor director: En su columna de ayer, el secretario ejecutivo de la Agencia de Calidad de la Educación, Carlos Henríquez, argumenta a favor de algunas recomendaciones de la comisión que revisó el sistema nacional de evaluación.
Su visión sobre el rol del Simce de 2° básico parece confundir distintas escalas en las que interviene la política pública. A nivel del aula, son los docentes y sus equipos técnicos los que deben evaluar si los estudiantes se están quedando atrás y tomar medidas remediales. Es parte de su labor diaria y una intervención estatal centralizada es inapropiada, probablemente inoportuna, y atenta contra la profesionalización y autonomía de los docentes.
Pero esa no es la función del Simce de 2° básico. Este busca monitorear un problema nacional de interés público: el masivo retraso en la alfabetización de nuestros estudiantes. El valor de esta evaluación está en la visión panorámica nacional y en las alertas tempranas que pueda dar a nivel de escuela. No puede trazar trayectorias de mejora, pero puede revelar graves deficiencias a nivel institucional.
Eliminar dicha prueba no ayuda en absoluto a las intenciones declaradas por la Agencia: ¿cómo saber cuáles son las escuelas que más apoyo requieren? Es previsible, sin embargo, que esta medida esconda un problema que sólo podremos ver cuando los estudiantes estén en 4° básico, y quizás sea demasiado tarde. Esto es poco conveniente en un contexto de reforma estructural.
Finalmente, llama la atención la lógica detrás de la eliminación de la prueba. Se dice que “si sólo se mide y no se hace nada para