Los 11 meses del hijo de Bachelet en La Moneda
En casi un año Dávalos no logró forjar lazos políticos al interior de Palacio.
Tras una larga semana de silencio, Sebastián Dávalos presentó finalmente su renuncia al cargo de Director Sociocultural de la Presidencia. Forzado por un torrente de cuestionamientos y críticas a su rol en una transacción crediticia de su esposa, el hijo de Bachelet abandonó La Moneda dejando una densa estela de deterioro político en el rostro del Ejecutivo y de la propia Mandataria.
De algún modo, el caso llegó a instalar las inequidades y asimetrías propias de la sociedad chilena en el living de la familia presidencial, poniendo en jaque todo el imaginario político que la Nueva Mayoría fue construyendo desde la derrota de Eduardo Frei en la elección de 2010. La autoridad moral para criticar los abusos y las asimetrías de origen; el cuestionamiento a las relaciones incestuosas entre la política y los negocios; la necesidad de terminar con los privilegios ilegítimos y de emparejar la cancha, comenzaban a venirse al suelo en función de un comportamiento temerario que, según los antecedentes conocidos, pasó demasiado cerca del tráfico de influencias y el uso de una posición dominante.
La situación de Dávalos fue de este modo haciéndose insostenible con el paso de los días. Su silencio generó además un vacío ético y estético que los ministros de turno en La Moneda no lograban llenar con explicaciones en tercera persona. Inicialmente, se buscó blindarlo con un respaldo férreo pero la espesura de los hechos no lo hizo a la larga posible ni consistente. Se procedió entonces al único camino viable: dejarlo abandonado a su suerte, exigirle explicaciones ‘en detalle’ y forzarlo a lo que terminó por consumarse en la tar- che, en el sitio web de la Dirección Sociocultural, se entregó la información.
Lo siguiente fue presionar a Dávalos para que fuera él quien diera las explicaciones del caso. Por eso, el miércoles, nuevamente actuando en tándem con Gómez, el jefe de gabinete insistió en que “toda persona que participe del gobierno debe actuar con transparencia” y que era Dávalos el que “tenía que responder”. Y Gómez agregó: “Para nosotros el tema no es grato, en absoluto, pero sin duda es una si- “Prolongar su permanencia estaba generando un daño innecesario al gobierno”. de de ayer. En una imagen para los anales de la historia política del país, el hijo de una presidenta en ejercicio fue obligado al ritual de una renuncia en solitario, sin compañía de ninguna otra autoridad de gobierno y con el telón de fondo de un conflicto larvado con el ministro más influyente y cercano a su progenitora.
La caída en desgracia de Dávalos vino así a consumar el aspecto más delicado de este inédito episodio: la tensión visible entre el ministro y el hijo, entre la racionalidad política y el afecto filial, que derivó con los días en un contraste valórico entre la dignidad meritocrática y los privilegios heredados, entre la sobriedad funcionaria del galán rural y la ostentación frívola del especulador urbano. Una antinomia que en cualquier otro contexto no habría tenido nada de dramática, pero que en este caso puso una carga explosiva entre el rol de madre y el de Presidenta de la República.
En definitiva, lo que pareció iba a ser un verano de satisfacción triunfal para el gobierno y la Nueva Mayoría se tornó de pronto en un laberinto político y familiar del que Bachelet, aún con renuncia mediante, difícilmente saldrá incólume. Su hijo es ya un cadáver viviente y el gran digitador de este funeral es su ministro de mayor confianza y cercanía. Un drama que innegablemente posee ciertos rasgos helénicos, ya que no tiene cómo terminar sin costos altos para cada uno de sus protagonistas. Al final del día, cuando este episodio vaya decantando en lo profundo, quien pasará la más dura cuenta a la Mandataria no será el gobierno, ni la Nueva Mayoría, ni siquiera el propio ministro Peñailillo. Será más bien el eco de Sigmund Freud. tuación que tendrá que ver él en el momento que lo crea oportuno”.
El último paso de la estrategia se dio el jueves con el pronunciamiento de la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras, que ese día en la tarde descartó irregularidades en el polémico crédito por $6.500 millones del Banco de Chile a Caval.
Con dicha definición, quedaba la puerta abierta para que Dávalos pudiera resaltar que sus actividades financieras y comercia- “Nos parece que la decisión es correcta, porque lo que hace es despejar ante la agenda pública”. les estaban en regla y así tener la posibilidad de una “salida limpia”.
“Deseo poner énfasis que no he cometido ilícito alguno ni delito funcionario, como algunos medios han sugerido”, leyó ayer Dávalos.
Treinta minutos después de esa intervención, el ministro Gómez, -en el Salón Azul de Palacio- valoró la dimisión e insistió que en los negocios del matrimonio Dávalos-Compagnon no había irregularidades ni delito funcionario. “Muy bien resuelto el tema por el ministro Peñailillo. Actuó conforme al sentido común ciudadano”. A un mes de poder haber cumplido un año como director sociocultural de la Presidencia, Sebastián Dávalos renunció a su cargo haciendo un pequeño balance de las labores que realizaron algunas de las fundaciones a su cargo.
Fundación de las Familias; de Orquestas Juveniles e Infantiles de Chile; Integra; de Promoción y Desarrollo de la Mujer; Chilenter; Tiempos Nuevos; y el Museo Interactivo Mirador fueron las ins- tituciones bajo su mandato, dentro de las cuales impulsó proyectos como la ley de trabajo de reciclaje de residuos electrónicos; adquirir el financiamiento para la reparación y ampliación del MIM; y trabajar junto al Minsal y el Ministerio del Trabajo en las iniciativas “Más sonrisas para Chile” y “+Capaz”.
Durante su gestión Dávalos también realizó otro tipo de actividades, como acompañar a la Presidenta con un pie de cueca para dar inicio a las fiestas patrias; inaugurar el primer S e minari o Naci o nal d e Eduación Inicial en la Universidad Central; y participar de actividades de ayuda social. El cientista político trabajó junto a un gabinete conformado por siete personas, de las cuales, tres de ellos participaron en la primera administración de la Presidenta Bachelet. La asistente Aracelly Valenzuela y la abogada María Elena Lee trabajaron en la Dirección Ge n e r a l d e R e l a c i o n e s Económicas Internacionales, y su jefa de gabinete, Erika Silva, fue miembro de la Subsecretaría de Telecomunicaciones.
Con todo, y a pesar de ser el hijo de la Mandataria, en casi un año Dávalos no logró forjar aliados políticos durante su paso por La Moneda. Los roces con el ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, que ultimamente se han hecho conocidos, son un ejemplo.