“Los métodos de la jihad muchas veces son absurdos”
Cineasta nominado al Oscar extranjero El director mauritano se refiere a Timbuktu, postulante a Mejor Película Extranjera. El filme describe cómo un pueblo africano cae en manos de radicales islámicos.
En las cercanías de la histórica ciudad de Timbuktu, un grupo de muchachos juega al fútbol sin tener un balón en disputa. No se les permite. Los radicales islámicos se han tomado la localidad y cualquier diversión de apetito occidental es vista como un acto de provocación. Privados del toque y la fricción , los chicos se las arreglan como pueden y si no hay pelota no importa: simularán moverse entre pases y cabezazos, fintas, penales y marcaciones en el área. La escena, una de las más poderosas de la película Timbuktu, informa de dos características fundamentales de este largometraje: su poderoso vigor poético y los absurdos del radicalismo islámico.
Candidata al Oscar a Mejor Película Extranjera por Mauritania, la cinta de Abderrahmane Sissako se estrenó en el Festival de Cannes 2014, despertando interés por su lúcida y humanista descripción de la comunidad islámica, en este caso en el país de Mali (Africa Occidental). La cálida recreación de la vida diaria en un villorrio tiene también su correlato en el retrato que acá se ofrece de los jihadistas, evitando las caricaturas y la obviedad. En muchas de las escenas de Timbuktu hay humor, componente que se aprecia en la descripción de la población musulmana tradicional y también de la ra- dicalizada. “La vida tiene de todo: tragedia y comedia. Si hago una película sobre un pueblo tomado por la jihad no puedo dejar ninguno de estos elementos fuera”, comenta Sissako, que por esta cinta obtuvo el Premio Ecuménico en Cannes.
El director de 53 años es uno de los más prestigiosos representantes del cine africano reciente y en sus películas siempre se suelen cruzan los pequeños dramas individuales con tópicos candentes como la inmigración y el radicalismo religioso. Preocupado de la composición fotográfica, Sissako estudió cine en la ex Unión Soviética y hasta la fecha lleva cuatro largometrajes de ficción.
”La primera lección que recibí en Moscú es que la fotografía era la esencia del cine. Lo que está en el cuadro debe ser una invitación al espectador, una suerte de ventana abierta a ingresar a nuestro mundo. Por esta razón no me gusta el cine americano: sus ventanas de cine no son una invitación amable” En la cinta se ve que a los propios jihadistas les cuesta aplicar sus métodos, como dejar de fumar... Traté de mantener distancia y no ser caricaturesco en el retrato de los jihadistas. Lo que puedo decir es que consulté mucho a varias personas y que algo común a este tipo de radicalismo es tomar el poder y atemorizar utilizando las medidas más absurdas, como por ejemplo impedir la representación del cuerpo humano. Esta esa escena a donde los jihadistas se ocultan a fumar y terminan yendo contra sus propias reglas. O cuando van en busca de la casa donde se escucha la música y empiezan a tararear las melodías. Eso significa que hay un interés primigenio en oír la música, más allá de los lemas de su religión. Esas escenas tienen bastante humor Si. Son secuencias que sirven para descomprimir el clima dramático. Es como cuando uno abre una ventana y luego una puerta y sale a caminar, respira y vuelve. La puerta es el humor: te da la posibilidad de ver- lo todo con más perspectiva. ¿Cómo se le vino a la cabeza la escena del partido de fútbol sin pelota? Simplemente por la necesidad de mostrar que la esperanza es lo último que se píerde. Podrás prohibir tocar públicamente la música, pero nunca serás capaz de impedir que la gente la borre de sus cabezas. Podrás prohibir un partido de fútbol, pero no puedes impedir que unos hagan la coreografía de un partido. En una escena una mujer es torturada, pero mientras sufre los golpes es capaz de cantar. Eso es dignidad. Su película no cuenta una historia en el sentido tradicional, ¿Por qué? Creo que para hacer un largometraje necesitas siempre tener una duda y no imponer verdades absolutas. La idea es comenzar con aquella duda y luego mostrar la intimidad de los personajes. La misión del cine es mostrar inquietudes, sombras y no verdades absolutas, pues simplemente no existen. El cine que hago está cerca del cine que amo, cerca de la educación que tuve y de mi visión de la vida. Es una invitación abierta a hacer un viaje juntos y compartir las emociones de mis personajes, pues es dar y recibir, compartir de un lado hacia otro. ¿Qué clases de dificultades para hacer esta película en Africa? La primera dificultad para hacer la cinta fue encontrar la locación: estaba todo listo para rodar en Timbuktu (Mali), habíamos visto los lugares, pero un mes después de visitar la zona hubo un atentado suicida donde murieron los terroristas y dos personas que pasaban por la calle. Estaba claro que no podíamos volver ahí y arriesgar la vida mi equipo de rodaje extranjero. Así que tuvimos que dejar Mali e irnos al país vecino de Mauritania, donde si tuvimos la oportunidad de contar con apoyo del gobierno, que nos garantizo filmar libremente y movernos por el país. Aún así la posibilidad de algún atentado siempre estaba latente.
Abderrahmane Sissako
Cineasta mauritano nacido en 1961 y afincado en Francia. En 1991 realiza su primer corto, Le jeu, y en 1998 debuta en el largo con La vie sur terre. Su cinta Heremakono obtuvo el premio Fipresci en Cannes 2002 y Timbuktu obtuvo el Premio Ecuménico del mismo festival el año pasado. “Ibamos a filmar en
(Mali) pero hubo un atentado con varios muertos. Tuvimos que desplazarnos finalmente a Mauritania”. “Traté de ser imparcial y mostrar a los extremistas islámicos de la manera menos caricaturesca posible”.