“La ciudad como oportunidad”
Señor director: Partimos de la premisa que todos estamos por proteger nuestro patrimonio. Sin embargo, el cómo lo protegemos es fundamental. El municipio capitalino -bien inspirado- en 2013 declaró 285 inmuebles de conservación histórica y ahora busca declarar 186 más. Muy loable resulta dar protección a alguna zona o inmueble, pero ese afán debe ser fundado y no puede traducirse en una imposición de exigencias para sus dueños por parte de la autoridad.
Desde que un inmueble es declarado de conservación, cualquier intervención que se le haga debe ser autorizada por la Seremi de Vivienda y Urbanismo y/o la Dirección de Obras, permisos que muchas veces requieren el patrocinio de arquitectos y que tardan meses en tramitarse. Esto, en la práctica, dificulta la debida mantención de los mismos y encarece la ejecución de la obra de mantenimiento, transformándose en un boomerang que genera su deterioro y no su puesta en valor.
Un ejemplo palpable es lo ocurrido en los colegios que en 2013, contra la voluntad de sus sostenedora y la mía, por cierto, alcanzaron esa nomenclatura.
La respuesta a este tema se traduce en buscar equilibrios. Dar protección a inmuebles que efectivamente tengan valor patrimonial u otorguen identidad a nuestros barrios y, a la vez, encontrar el mecanismo –subsidio, exención u otro- para que esa declaración no se transforme en una pesada mochila que en la práctica resulta ser una expropiación encubierta. todo atentado a la vida: pena de muerte, torturas, hambre, armamentismo, guerras, destrucción del entorno natural”.
Tampoco es un tema de religión o fundamentalismos. Personalidades de izquierda o ateos contrarios al aborto hay muchos. Por citar algunos: Norberto Bobbio; Paolo Passolini (cineasta, comunista, ateo, homosexual y antisistema), quien consideró la legalización del aborto como la leg a l i z a c i ón del homicidio; o Gustavo Bueno (filósofo marxista), quien expresa “defender el aborto es como defender la esclavitud y su legalización es pervertir la democracia”.
¿Es entonces de conservadores la defensa irrestricta de los derechos humanos -entre ellos, el derecho a la vida-, o atañe a la sociedad completa, con prescindencia de pensamiento político, social, cultural o religioso? Señor director: En carta publicada ayer, Maximiliano Reyes señala que el proyecto sobre aborto en las causales de riesgo de la vida de la madre, inviabilidad fetal y violación no pretende legalizar dicha conducta, sino sólo despenalizarla y que la obligación del Estado de asegurar las “legítimas prestaciones de salud” no vulneraría derechos humanos. Al respecto, dos comentarios.
Se despenaliza una conducta cuando se suprime su tipificación como delito penal, pero ella continúa siendo contraria al ordenamiento jurídico, existiendo alguna sanción de otro tipo, de índole c i v i l o a dministrat i v o. En cambio, se legaliza cuando se permite una conducta que hasta ese momento estaba prohibida por ley (la prohibición puede ser penal, pero también civil, administrativa, etc.).
En el caso del aborto en las tres causales, al excluir de la ley penal dicha conducta y no existir ningún otro tipo de sanción a quien la realiza, ya no se considera contraria al ordenamiento jurídico, sino que se la estima permitida; es decir, legalizada. Muestra es que el Estado estará obligado a garantizar las prestaciones de salud por aborto en las causales comentadas, disponiendo de recursos humanos y financieros.
Por otro lado, las “legítimas prestaciones de salud” implican entre otras cosas, que el Estado asegure el derecho a abortar que supuestamente tendría la mujer embarazada; es decir, si la vida del ser humano que está por nacer puede ser terminada o no en las causales previstas por el proyecto, de acuerdo a su opción. Esto vulnera los derechos humanos del que está por nacer, al depender su vida, derecho humano básico, del arbitrio de terceros, tratándolo como objeto y no como sujeto, y quitándole finalmente el Estado la dignidad que se merece.