La Tercera

Libia se convierte en un foco de inestabili­dad en el norte de Africa por el avance yihadista

- Francisca Casanova

La decapitaci­ón de los 21 egipcios coptos a manos de una f i l i al libia del grupo yihadista Estado Islámico, parece haber sido el límite para el Presidente egipcio Abdel Fatah al Sisi. Pocas horas después de que el grupo extremista publicara el domingo un video con la presunta masacre, el Ejército egipcio inició una ola de ataques aéreos contra posiciones del EI en Libia.

Por primera vez el gobierno de El Cairo reconoció sin problemas haber bombardead­o a su país vecino, luego de haber desmentido en los meses anteriores su intervenci­ón en la región con la ayuda Arabia Saudita y Emiratos Arabes Unidos.

Al Sisi incluso fue un pasó más allá y pidió ayer a la ONU la creación de una coalición internacio­nal para intervenir la región. “No hay otra elección”, dijo ayer a la emisora francesa Europe 1. “Debemos trabajar juntos para derrotar el terrorismo”.

Al cumplirse el cuarto aniversari­o desde el inicio de la guerra civil que puso fin al régimen de Muammar Gaddafi en 2011, Libia sufre una división política que sólo se ha agravado en el tiempo con la expansión de las fuerzas yihadistas en el norte de Africa.

Por casi cuatro años el país se ha visto sumido en la anarquía y el caos político, con dos gobiernos rivales, y donde cada uno reclama ser el legítimo representa­nte del pueblo libio, incluso con sus propios “parlamento­s”.

El ejecutivo reconocido por la ONU se instaló en la ciudad de Tobruk, al noroeste, tras las elecciones parlamenta­rias de junio pasado. Sin embargo, a pesar de ser el gobierno avalado por la comunidad internacio­nal, no ejerce poder en ninguna de las tres ciudades más importante­s de Libia: Tripoli, Bengasi y Misrata. Cuenta con el apoyo de la milicia del general Halifa Heftar, quién regresó a Libia desde EE.UU. después del levantamie­nto contra Gaddafi y ahora hace frente a los grupos yihadistas comandando el Ejército Nacional Libio.

El otro gobierno está encabezado por un grupo de islamistas que se instaló en Trípoli, la capital, tras forzar al Parlamento recién electo a abandonar esa zona. Estas milicias operan bajo una suerte de coalición, llamada Alianza Amanecer de Libia. Esos grupos no le disputan el poder otros yihadistas, como la milicia Ansar al Sharia, que desde 2011 controla Bengasi, la segunda ciudad más importante del país. Junto a la Brigada del 17 de febrero, Ansar al Sharia es la milicia más peligrosa del país, según el diario español ABC.

Aunque en su momento todos estos grupos lucharon contra el régimen de Gaddafi, ahora se disputan el terri- torio del país y sus recursos petroleros, la principal fuente de ingresos del país.

Estas hostilidad­es han impulsado a miles de libios a cruzar el Mediteráne­o para buscar refugio en Europa. “La situación escapa a cualquier control en Libia”, dijo ayer a la agencia France Presse Joel Millman, vocero de la Organizaci­ón Internacio­nal para las Migracione­s. Los últimos cuatros días, alrededor de 3.800 personas fueron rescatadas en las aguas del Mediterran­eo, cerca de la isla italiana de Lampedusa.

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