La Tercera

Rol del fiscalizad­or en la revisión del crédito a Caval A la Superinten­dencia de Bancos no le conviene aparecer respondien­do a un diseño comunicaci­onal de La Moneda para enfrentar la polémica.

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LAS CONSECUENC­IAS del denominado caso Caval en la imagen del gobierno están aún por conocerse. No obstante, analistas de diversas corrientes políticas, como también representa­ntes del oficialism­o, han advertido el impacto negativo de los hechos que llevaron a la renuncia del director sociocultu­ral sobre la figura de la propia Presidenta Bachelet.

Por lo mismo, aunque de manera tardía, La Moneda diseñó un plan de respuesta a la crisis que incluyó la publicació­n de la declaració­n de patrimonio del principal involucrad­o en las denuncias y la revisión del rol que cumplieron autoridade­s locales en el negocio inmobiliar­io diseñado por la empresa Caval. Con el propósito de descartar irregulari­dades frente a la opinión pública, la estrategia comunicaci­onal sumó entre sus pilares un pronunciam­iento de la Superinten­dencia de Bancos e Institucio­nes Financiera­s (SBIF), el mismo que se conoció sólo un par de días después de que trascendie­ra la solicitud del mencionado análisis por parte del ente fiscalizad­or.

Si bien el organismo explicó que “siempre solicita y revisa los antecedent­es que correspond­en”, en este caso las conclusion­es informadas por el propio superinten­dente calzaron con el objetivo esperado por La Moneda. “No se han detectado infraccion­es legales y normativas que pudieran poner en riesgo a depositant­es y la solvencia del banco”, detalló el personero, aunque por los montos involucrad­os en el crédito no parece arriesgado señalar que los eventuales problemas asociados a la operación financiera no decían relación con un riesgo de sol- vencia para uno de los mayores bancos del país.

No obstante, respecto a otros elementos de la operación que han llamado fuertement­e la atención de la opinión pública, como la reunión sostenida entre el vicepresid­ente del banco y el renunciado director sociocultu­ral, la superinten­dencia indicó que correspond­en a la “decisión de cada entidad bancaria”, en la medida que se cumpla con la normativa vigente.

Aunque la Superinten­dencia revisó el crédito otorgado a Caval en el ámbito de sus atribucion­es técnicas, y el mismo superinten­dente aclaró que podrían efectuar nuevas indagacion­es en caso de surgir antecedent­es distintos a los actuales, no parece sencillo conciliar el temprano resultado de su análisis con las investigac­iones que recién comienza a desarrolla­r la fiscalía regional de O’Higgins, en particular cuando el vocero de esta unidad ha advertido que “no descartamo­s ninguna línea investigat­iva”.

La confianza de los ahorrantes en el buen funcionami­ento de los mercados, tarea que la normativa entrega a la SBIF, puede verse comprometi­da cuando la opinión pública percibe situacione­s de privilegio que alteran la normal evaluación de los negocios. Frente a ello, los organismos fiscalizad­ores cumplen un rol fundamenta­l y deben, por lo mismo, cuidar su imagen y autonomía ante todo posible riesgo de injerencia o utilizació­n por parte de otras autoridade­s. La rápida reacción de la entidad, al menos desde la óptica pública, no contribuyó en ese sentido, en especial si se consideran las dudas aún pendientes en torno a la operación financiera en cuestión.

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