Los riesgos del rescate griego
Tras dos semanas de tensas negociaciones con los socios de la zona euro, el primer ministro de Grecia, Alexis Tsipras, parece haber cedido a la presión pese al riesgo de incumplir sus promesas electorales. El gobierno de Tsipras solicitará una ampliación por hasta seis meses del plan de financiamiento internacional actualmente en vigor, según explicó ayer el ministro griego de Finanzas, Yanis Varoufakis al canal de televisión alemana ZDF.
El ministro admitió que Grecia “necesita prolongar el programa de crédito” para negociar con mayor flexibilidad un tercer rescate. Varoufakis hizo hincapié en que “la prolongación del financiamiento europeo” sólo debe ser por unos meses para “poder negociar un nuevo acuerdo entre Grecia y Europa”.
Sin embargo, para el gobierno alemán, la prolongación de la ayuda a Grecia es “indisociable” de las reformas, según informó la agencia France Presse.
Grecia enviará, probablemente hoy, una carta al Eurogrupo con su oferta y los socios evaluarán si cumple con las condiciones impuestas. Si la petición se acerca a las exigencias europeas, se convocará una reunión extraordinaria para decidir los detalles del acuerdo.
El país aún se encuentra en medio de una crisis financiera en donde la deuda pública total griega asciende a US$ 410 mil millones, y ya ha recibido US$ 273 mil millones como parte del rescate.
La noche del lunes los ministros de Finanzas de la zona euro dieron a Tsipras un ultimátum para que solicite antes del viernes la prolongación del programa.
Es aquí donde Atenas tendrá que enfrentarse a un desafío. Por un lado debe contener a sus socios europeos y por otro ser consecuente con el electorado griego que votó por Syriza con la promesa del fin de los planes de austeridad.
Los socios de la zona euro deben discutir a más tardar la propuesta griega el viernes , ya que varios parlamentos nacionales deben votar para que el acuerdo esté listo el 28 de febrero, la fecha en la que expira el rescate financiero.
Fuentes del gobierno griego sostuvieron que están pensando en una ampliación que se distinga claramente del memorándum que ha gestionado la troika (Comisión Europea, Fondo Monetario Internacional y Banco Central Europeo) en los últimos años.
Tsipras anunció que a partir del viernes someterá en el Parlamento una serie de leyes para aliviar los planes de austeridad que han golpeado a la población griega después de cinco años de crisis económica.
Desde 2010 el memorándum ha fijado las condiciones de ahorro presupuestario impuestas a Grecia a cambio de una inyección financiera internacional, algo que los griegos rechazaron en las urnas al elegir a Syriza. El gobierno de Grecia está agotando sus reservas de dinero y no será capaz de cumplir con sus obligaciones financieras después de marzo a menos que consiga recursos adicionales.
El aparente estancamiento de Bruselas frente a Grecia no sorprende, ya que las dos partes tienen objetivos muy diferentes. El gobierno griego quiere desechar el acuerdo de rescate actual, debido al doloroso programa de recortes de gastos y otras medidas de austeridad que vienen con él. Quiere, en cambio, un préstamo que lo ayude a cumplir sus necesidades a corto plazo, mientras se forja un nuevo acuerdo. Tras ser electo con un programa anti austeridad, no puede darse el lujo de dar marcha atrás, o será acusado de traición por los votantes.
Pero otros miembros de la zona euro, y Alemania en particular, tienen una agenda muy diferente. Quieren que Grecia acepte la extensión del actual acuerdo, con la incierta promesa de “flexibilidad”. No quieren mostrar ningún signo de debilidad, debido a la señal que podría enviar a los movimientos anti austeridad en países como España, Portugal o Chipre. También sería políticamente tóxico en Alemania, donde a muchos votantes no les gusta la idea de que estén pagando por los errores de Grecia.
Eso no significa que un compromiso es imposible. Simplemente significa que cualquier acuerdo tendría que ser presentado tanto como un fin al programa de austeridad como una continuación del mismo.