La Tercera

Designació­n de fiscales

- Mauricio Daza Carrasco Nicolás León R. Cristóbal Ruiz-Tagle C. Rolando Jiménez Pérez

Señor director: La abrupta decisión adoptada por la Fiscalía Nacional de cambiar al equipo investigad­or en los casos Penta y Soquimich es altamente cuestionab­le.

Sacar de la dirección directa del caso Penta a un equipo especializ­ado en causas complejas, liderado por el experiment­ado y exitoso fiscal Gajardo, para reemplazar­lo por el fiscal regional Alberto Ayala no parece racional, si se considera que este ha hecho carrera centrado en funciones administra­tivas, no habiendo estado a cargo de manera inmediata de la indagación de ningún caso complejo, ni habiendo participad­o en la litigación de algún juicio oral en forma destacada.

Además, es una designació­n imprudente si se considera que se trata de un caso con ribetes políticos y que Ayala ha manifestad­o su interés de suceder al fiscal nacional, quien concluye su período este año, para lo cual requiere del apoyo de la Presidenta y del Senado.

A esto se agrega que se desempeñó como abogado de Soquimich durante más de una década, empresa que apareció como parte de las irregulari­dades investigad­as a partir de la informació­n recogida por Gajardo durante su indagación, lo que determina que la “inhabilita­ción” que ha invocado Ayala respecto de SQM sea más bien simbólica e inútil, por la forma en que aparecen entrelazad­os los hechos.

En cuanto al fiscal Montes, el problema no es de competenci­as objetivas sino de falta de prudencia, si se considera que se le ha entregado la investigac­ión de la arista de aportes políticos ilegales de la empresa controlada por Julio Ponce Lerou, donde aparecen vinculados importante­s personeros de la Nueva Mayoría, coalición de la cual el senador Carlos Montes, padre del persecutor, es uno de sus principale­s dirigentes.

Más allá de que los efectos concretos en el desarrollo de las causas producto del desmantela­miento del equipo que las tuvo a su cargo están aún por verse, ciertament­e esta decisión ha causado un daño actual y cierto a la decrecient­e credibilid­ad y transparen­cia institucio­nal del Ministerio Público.

Abogado nicipal que es incapaz de presentars­e como una opción válida para los padres. Poner fin al lucro requiere una inversión altísima, que como único objetivo tiene cambiar criterios jurídicos, perdiéndos­e con la posibilida­d de utilizar esta inversión en medidas que logren calidad. Finalmente, con el fin a la selección, especialme­nte en los establecim­ientos emblemátic­os, se elimina la posibilida­d de replicar los pocos modelos exitosos de la educación municipal.

Si queremos poner el foco en la educación pública debemos partir por fortalecer la educación municipal. Para eso necesitamo­s pasar de la “ley de inclusión” a reformas efectivas. Más y mejor subvención, más apoyo en los procesos de enseñanza, más libertad para los directivos y una verdadera carrera docente que permita a los profesores talentosos desarrolla­r su profesión de manera atractiva y desafiante. Este es el camino efectivo.

Pasar del dicho al hecho exige dejar la ideología de lado para utilizar los medios correctos. La educación pública no puede ser usada como eslogan. Sólo con ésta se logrará que coexistan la diversidad de proyectos, una mejor integració­n social y una educación de calidad para todos. víctimas de la dictadura se requiere precisión en los análisis. Yo soy responsabl­e de lo que digo, no de lo que vuestro editorial ha interpreta­do a partir de titulares, sin entrar en el contenido de mis dichos.

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