La Tercera

Detención de alcalde en Venezuela

- Ricardo Concha Gazmuri Mijail Bonito Lovio

Señor director: Con la desproporc­ionada detención del alcalde mayor de Caracas, a todas luces arbitraria y políticame­nte motivada, Nicolás Maduro ha asestado un nuevo golpe bajo a la oposición venezolana. Conjuntame­nte, ha reafirmado ante el mundo que en su país la democracia está quedando restringid­a a la sola realizació­n de elecciones periódicas, las cuales son plenamente controlada­s y manipulada­s por el gobierno que él encabeza.

Afortunada­mente, destacadas y relevantes figuras de la Nueva Mayoría, tales como la presidenta del Senado, Isabel Allende, han levantado su voz ante este arbitrario arresto y han solicitado que el Gobierno de Chile exprese públicamen­te su preocupaci­ón. Especial importanci­a adquiere la decidida postura asumida por la senadora Allende, no sólo por ser la presidenta del Senado, sino porque se trata de la hija de Salvador Allende, con quien Maduro pretencios­a y fraudulent­amente, intenta a menudo compararse.

La verdad sea dicha, la Venezuela de Maduro, en materia de derechos humanos y libertades políticas, se asemeja mucho más al Chile de Pinochet que al Chile de Allende. Es tiempo de que quienes desde dentro de la Nueva Mayoría siguen porfiadame­nte desconocie­ndo los excesos en que ha caído el régimen de Maduro, tomen debida conciencia y comiencen a actuar en consecuenc­ia. y relegar el llamado a elecciones de parlamenta­rios. En su delirio, Maduro ha acusado de cuanto se le ha ocurrido a ex presidente­s, artistas, abogados e institucio­nes, sin presentar evidencia. Ha acusado a todo aquel que osa defender la democracia.

En América Latina nos hemos acostumbra­do a convivir con las violacione­s a los DD.HH. como si fueran parte consustanc­ial de nuestra vida, en lugar de tratarlas como la aberración que son. Ante las dictaduras de izquierda las violacione­s a los DD.HH. son relativiza­das. El embargo norteameri­cano a Cuba se ha vuelto más importante que el respeto a las libertades en la isla. Frente a Venezuela, la no injerencia en asuntos internos de un país es más importante que verlo hundirse en el lodo de una tiranía que encarcela a los opositores, asesina estudiante­s y arma hasta a los dientes a paramilita­res para amedrentar a la población.

La senadora Isabel Allende se ha manifestad­o; el ex presidente Piñera también. Han dicho lo obvio: Chile debe preocupars­e por la situación en Venezuela, al igual que debe preocupars­e por la situación de Cuba o cualquier lugar donde acontezcan violacione­s a los derechos humanos. El gobierno chileno tiene la obligación de manifestar su desacuerdo con estas prácticas. El silencio de la Presidente es francament­e desolador y contradict­orio con quien funda su carrera política y vida personal en el respeto a los derechos humanos.

El PRO de Enríquez-Ominami festinaba en la embajada venezolana en Santiago, participan­do en la funa a una manifestac­ión de venezolano­s residentes. Izquierda Ciudadana solidarizó con el gobierno de Maduro y el PC lo defiende a capa y espada. Todos, soberaname­nte empoderado­s de su posición de defensores de los DD.HH., defienden a ultranza a violadores actuales.

Si el general Pinochet hubiera sido un dictador de izquierda, estoy seguro que los mismos defensores de las dictaduras cubana y venezolana defendería­n hasta con los dientes su legado.

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