Detención de alcalde en Venezuela
Señor director: Con la desproporcionada detención del alcalde mayor de Caracas, a todas luces arbitraria y políticamente motivada, Nicolás Maduro ha asestado un nuevo golpe bajo a la oposición venezolana. Conjuntamente, ha reafirmado ante el mundo que en su país la democracia está quedando restringida a la sola realización de elecciones periódicas, las cuales son plenamente controladas y manipuladas por el gobierno que él encabeza.
Afortunadamente, destacadas y relevantes figuras de la Nueva Mayoría, tales como la presidenta del Senado, Isabel Allende, han levantado su voz ante este arbitrario arresto y han solicitado que el Gobierno de Chile exprese públicamente su preocupación. Especial importancia adquiere la decidida postura asumida por la senadora Allende, no sólo por ser la presidenta del Senado, sino porque se trata de la hija de Salvador Allende, con quien Maduro pretenciosa y fraudulentamente, intenta a menudo compararse.
La verdad sea dicha, la Venezuela de Maduro, en materia de derechos humanos y libertades políticas, se asemeja mucho más al Chile de Pinochet que al Chile de Allende. Es tiempo de que quienes desde dentro de la Nueva Mayoría siguen porfiadamente desconociendo los excesos en que ha caído el régimen de Maduro, tomen debida conciencia y comiencen a actuar en consecuencia. y relegar el llamado a elecciones de parlamentarios. En su delirio, Maduro ha acusado de cuanto se le ha ocurrido a ex presidentes, artistas, abogados e instituciones, sin presentar evidencia. Ha acusado a todo aquel que osa defender la democracia.
En América Latina nos hemos acostumbrado a convivir con las violaciones a los DD.HH. como si fueran parte consustancial de nuestra vida, en lugar de tratarlas como la aberración que son. Ante las dictaduras de izquierda las violaciones a los DD.HH. son relativizadas. El embargo norteamericano a Cuba se ha vuelto más importante que el respeto a las libertades en la isla. Frente a Venezuela, la no injerencia en asuntos internos de un país es más importante que verlo hundirse en el lodo de una tiranía que encarcela a los opositores, asesina estudiantes y arma hasta a los dientes a paramilitares para amedrentar a la población.
La senadora Isabel Allende se ha manifestado; el ex presidente Piñera también. Han dicho lo obvio: Chile debe preocuparse por la situación en Venezuela, al igual que debe preocuparse por la situación de Cuba o cualquier lugar donde acontezcan violaciones a los derechos humanos. El gobierno chileno tiene la obligación de manifestar su desacuerdo con estas prácticas. El silencio de la Presidente es francamente desolador y contradictorio con quien funda su carrera política y vida personal en el respeto a los derechos humanos.
El PRO de Enríquez-Ominami festinaba en la embajada venezolana en Santiago, participando en la funa a una manifestación de venezolanos residentes. Izquierda Ciudadana solidarizó con el gobierno de Maduro y el PC lo defiende a capa y espada. Todos, soberanamente empoderados de su posición de defensores de los DD.HH., defienden a ultranza a violadores actuales.
Si el general Pinochet hubiera sido un dictador de izquierda, estoy seguro que los mismos defensores de las dictaduras cubana y venezolana defenderían hasta con los dientes su legado.