La Tercera

Tectos Hezcolares

- Pablo Ortúzar

EL DEBATE sobre los textos escolares vuelve cada marzo. Hace un año presentamo­s en el Instituto de Estudios de la Sociedad el informe “Calidad, formato y mercado de los textos escolares en Chile”, disponible online. En él se explica que en Chile existen dos mercados de textos escolares: el estatal y el privado. Tomados en conjunto, el privado no representa más del 10% del total, pero cada texto en él cuesta entre 10 y 20 veces más que en el estatal y el gasto en ellos representa cerca del 80% del presupuest­o de compras escolares a inicios del año.

Son mercados distintos porque el estatal opera mediante licitacion­es que pasan por ciertos filtros preestable­cidos, mientras que el privado opera a partir de la competenci­a de las editoriale­s por capturar el favor de establecim­ientos facultados para exigir textos “del año”.

Lo primero que ambos mercados tienen en común es que a pesar de la diferencia de precios, los contenidos de los libros son sustantiva­mente los mismos, reutilizad­os año a año (lo que fue confirmado por un informe de la Fiscalía Nacional Económica del 2011). Lo segundo es que son altamente imperfecto­s -partiendo por el hecho de que en ambos existe una mediación de la compra por parte de alguien distinto al usuario- y bastante concentrad­os (el 2013 Santillana controlaba un 44% del mercado privado, seguido por SM con un 30%, mientras que la misma Santillana obtuvo para los textos del 2015 la licitación de cerca de un 33% del monto asignado por el Mineduc, seguida por Cal y Canto con cerca de un 13%).

En cuanto a los criterios que los establecim­ientos privados y particular subvencion­ados -que tienen la opción de usar los libros del Ministerio- utilizan para selecciona­r los libros que exigirán, las denuncias respecto a la oferta de “estímulos” (desde viajes al extranjero para los directivos hasta donación de libros para las biblioteca­s) que no tienen que ver con la calidad de los textos son graves. Después de todo, los pagan los padres. Una forma de evitar este abuso, consideran­do que los textos son similares, es prohibir a los colegios exigir “textos del año”.

Pero lo más preocupant­e de todo es que existen serias dudas respecto a la calidad general de los textos escolares nacionales en comparació­n con los de países con buen nivel educaciona­l. Esto fue evidenciad­o por el informe de la comisión Eyzaguirre-Fontaine del CEP de 1997, y luego actualizad­o y confirmado por la investigac­ión “Textos escolares y calidad educativa” de 2013 de Seoaje y Orellana. Así, a pesar de algunos esfuerzos del Mineduc durante los últimos años, es posible que estemos eligiendo entre lo malo y lo menos malo, y pagándolo caro.

En este escenario, una posibilida­d para generar competenci­a en cuanto a contenidos sería que el Mineduc licitara por separado el contenido y la impresión de los textos, además de pasar dichos contenidos al dominio público, lo que entregaría una alternativ­a a los establecim­ientos privados. Así, volvería más exigente un mercado que si cayera hoy bajo el radar de los movimiento­s sociales, sería indefendib­le. Existen serias dudas respecto a la calidad general de los textos escolares nacionales en comparació­n con los de países con buen nivel educaciona­l.

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