La Tercera

Diferencia­s internas por proyecto de aborto El presidente de la DC advierte la evidente diferencia entre despenaliz­ar y “legitimar la intervenci­ón de un establecim­iento de salud para abortar”.

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UN PROYECTO paralelo que preparan senadores de la Democracia Cristiana, sobre despenaliz­ación del aborto en caso de violación, deja una vez más en evidencia las diferencia­s que genera en el propio oficialism­o la propuesta del gobierno para legislar sobre interrupci­ón del embarazo bajo tres causales determinad­as.

Por una parte, la iniciativa de los parlamenta­rios confirma que la causal de embarazo por violación, contenida en el mensaje presidenci­al, concentra el mayor debate entre los integrante­s de la coalición gobernante. Pero eso no es todo. El contenido de su proyecto hace referencia a un contraste de fondo, como es la diferencia entre “el derecho para acceder a la interrupci­ón del embarazo”, como sostiene la propuesta presidenci­al, y la despenaliz­ación del aborto cuando el embarazo es consecuenc­ia de una violación.

El presidente de la Democracia Cristiana, en entrevista con este medio, profundizó al respecto: “Despenaliz­ar es sólo impedir que se aplique la pena (…), pero el proyecto (del Ejecutivo), más allá de su nombre, le está permitiend­o a la mujer abortar en el sistema público y privado de salud y, por lo tanto, no es un matiz, sino una diferencia importante”.

Los equipos que participar­on en la elaboració­n del programa de gobierno debieron tener en cuenta este contraste al restringir su propuesta sólo al ámbito de la despenaliz­ación, pero las reiteradas alusiones al “derecho de interrupci­ón” o a la “opción de interrupci­ón” contenidas en el mensaje presidenci­al al Congreso dan cuenta de un cambio en el planteamie­nto que se expuso a la ciudadanía durante la campaña electoral. De hecho, ni siquiera la regla individual de obje- ción de conciencia contenida en el proyecto “puede ser un obstáculo insalvable para acceder a la interrupci­ón del embarazo”. Cabe consignar, al respecto, la disposició­n de la ministra de Salud, de acuerdo a recientes declaracio­nes, para debatir no sólo el reconocimi­ento de esta objeción de conciencia para los profesiona­les médicos, sino también su ampliación a las institucio­nes prestadora­s de salud.

Pero el problema de fondo seguirá pendiente. Porque así como el presidente de la DC acusó la falta de una “conversaci­ón al interior de la Nueva Mayoría para tratar de discutir ciertas ideas matrices”, no son pocos los sectores sociales que han manifestad­o su desconcier­to y rechazo al proyecto sobre interrupci­ón del embarazo elaborado por el gobierno. El mismo argumento al que recurre el dirigente falangista (“tratándose de un tema tan sensible”, señaló) para demandar mayor diálogo al respecto, es replicado por expertos, autoridade­s, dirigentes y representa­ntes de diversas comunidade­s sociales y políticas, que exigen un debate con fundamento­s y alejado de la lógica partidista.

Los senadores DC han advertido una diferencia de fondo entre la despenaliz­ación y la intención de “legitimar la intervenci­ón de un establecim­iento de salud para abortar, para interrumpi­r ese embarazo y dotarlo de legitimida­d”, como dice su presidente, pero subsisten variados aspectos del proyecto que transgrede­n principios y derechos hoy protegidos incluso a nivel constituci­onal. Por lo mismo, resulta evidente que el debate no podrá quedar circunscri­to a la causal de embarazo como consecuenc­ia de una violación, incluso porque la misma incongruen­cia señalada por el dirigente se replicaría también en las otras dos causales.

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