La Tercera

Competenci­a de Viña no despega pese a los cambios

El apartado internacio­nal enfrenta críticas, mala evaluación y bajo rating. autores e intérprete­s de mayor peso, pero el segmento sigue en plano secundario.

- Andrés del Real Pablo Morales

SAdemás de las nuevas pantallas LED a los costados del escenario, otra de las principale­s apuestas de los organizado­res para este Festival ha sido un nuevo reimpulso de las competenci­as, en especial la internacio­nal. Desde que Chilevisió­n se hizo cargo del certamen, ha apostado fuerte por la renovación de este apartado, que durante décadas cargó con el estigma de ser un “convidado de piedra”. Y aunque en esta ocasión hubo especial preocupaci­ón en la selección de autores e intérprete­s, además de la puesta en escena, esto no parece haber traído cambios sustantivo­s.

Al menos durante las dos primeras jornadas de Viña 2015, el horario destinado a las competenci­as volvió a estar lejos de la estelarida­d: el lunes comenzó a las 01:00 horas, y el domingo cerca de las 01:30, tras las actuacione­s de Luis Fonsi y Dinamita Show.

Además, y como ha sido habitual en los últimos años, el rating del canal ha descendido casi a la mitad tras el fin de los dos primeros shows y el inicio de las competenci­as. La primera noche la internacio­nal marcó IEMPRE cuesta citar inmediatam­ente un éxito arrebatado­r, un himno del cancionero en español que le identifiqu­e por siempre, como sí se puede hacer con Luis Miguel, Juan Gabriel, y tantos compatriot­as suyos astros del pop romántico, incluso con el disperso Cristian Castro. La razón es simple: Alejandro Fernández no es una figura imprescind­ible del abanico mexicano de la canción, sino que un promedio, la sumatoria de lugares comunes de la figura del baladista latino -ese aspecto de rufián millonario de teleserie que proyecta-, con algunos ba- 22,7 puntos de rating y la folclórica 18,8, mientras que el lunes el promedio de cada una fue de 25,4 y 18,2 unidades, según datos de CHV.

Cifras muy lejanas a las que han marcado los humoristas, los más vistos de cada jornada y quienes anteceden a las competenci­as, cuyos 39 (Centella) y 41,2 puntos (Dinamita Show) no han podido ser sostenidos por los participan­tes.

La apuesta por artistas de cierto recorrido en el apartado internacio­nal, como la canadiense Lori Nuic o un tema firmado por Franco Simone (para Italia), tampoco ha cambiado demasiado el panorama, y no han logrado puntajes destacados por parte del jurado. Peor le ha ido al ex Toto Bobby Kimball, representa­nte de Estados Unidos, quien logró una de las evaluacion­es más bajas hasta ahora con una actuación errática y sin el timbre vocal de sus mejores días. “Lo que hace diferente a Viña son las competenci­as. Si no, sería un concierto”. ches insoslayab­les. Su mayor obstáculo, la voz. “El potrillo” es un buen cantante pero en ningún caso descolla al nivel de los grandes. Afina correctame­nte, pero su caudal tiende a perderse en los tonos medios, al punto que cuesta comprender su modulación para letras que describen el amor entre hombre y mujer con la profundida­d de un culebrón de media tarde.

Si el registro lejos de la excepción es uno de los motivos de su marca insípida, el espectácul­o que ofrece tampoco escapa de los márgenes de lo correcto. Es cierto que una gran banda le

Pese a todo, el presidente del jurado de Viña 2015, Pedro Aznar, destaca que el evento sigue siendo un semillero de nuevos autores y que es “fiel a su propia esencia” de Festival de la Canción. “Hoy es un show muy pensado hacia la televisión, con sus pros y contras, porque hay algo que debe doblegarse a la necesidad de masividad”, apunta.

Una opinión similar a la de Pablo Morales, director general del certamen, quien indica que “lo que hace relevante al Festival de Viña, o lo que lo hace diferente, son las competenci­as. Si no, sería un concierto. De ahí han salido temas y artistas relevantes y hemos querido profundiza­r eso”.

Nano Stern, también miembro del jurado, ve algo anacrónico en el espíritu de las competenci­as: “Yo no soy de los que creen que la música sea un ámbito en el que se compite. La música es para encuentros, fue la nota que recibió la chilena Elizabeth Morris en su debut en la competenci­a folclórica. Es la única nota sobre seis. acompaña, de hecho, la mejor hasta el momento en este capítulo de Viña, comparada con los músicos de Fonsi y Arjona. Pero no es mucho más cuanto acontece en escena. Hubo pocos videos de apoyo y así el gran escenario del Festival pasó a segundo plano, como una herramient­a de la que no se sabe sacar provecho. Además, su número descarta los apoyos coreográfi­cos, al menos cuando se vuelca hacia su mitad pop. Solo sus coristas se movieron un poco, mientras sus armonías resultaban casi inaudibles en la Quinta Vergara.

El repertorio, basado al menos para celebrar las diferencia­s. Pero por otro lado rescato el esfuerzo grande de la producción por subirle el pelo a la competenci­a, en especial la folclórica, que está muy linda”.

Y es que este último apartado parece algo más lejano a las críticas, “y siempre resulta más atractiva porque pareciera menos formulada”, dice Marcelo Conteras, crítico de música de La Tercera. Según él, el evento enfrenta dificultad­es a la hora de traer grandes nombres a la sección internacio­nal, ya que “la liga de estos cantantes es la de gente que se está tratando de abrir paso y lograr popularida­d a través de otros mecanismos”.

La representa­nte de Chile en la competenci­a folclórica, Elizabeth Morris, es quien hasta ahora ostenta la mejor evaluación de las dos competenci­as (6,2 puntos). La intérprete y autora de La mejicana cree que el nivel de la categoría -en la que triunfó en 2006- ha mejorado. “Es abismante el cambio. La vez anterior no había buen trato de parte de la producción, te sentías como un estorbo. Ahora hay mayor confianza de que vas a sonar bien, hay más respeto y se nota mucho trabajo”, indicó. durante la primera hora en el disco de versiones Confidenci­as (2013), tampoco ayudó a estampar su propio sello en Viña en una noche con carácter de revancha, tras su deserción del Festival del año pasado. Entrar con un éxito ajeno, aunque sea el clásico Cóncavo y convexo de Roberto Carlos, revela que en el repertorio de Alejandro Fernández no abunda el material capaz de poner al público en el bolsillo a la primera. Su noche será a lo sumo memorable por su exabrupto sin querer queriendo, cuando habló de acomodarse “el paquete”. El resto, un show difícil de recordar.

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El ex Toto Bobby Kimball recibió un promedio bajo: 4,3.
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Lori Nuic, representa­nte de Canadá.

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