Violación y aborto
Señor director: Tenemos la convicción que desde la fecundación ya existe un ser nuevo y distinto. Toda persona ha pasado por este primer e imprescindible estado para alcanzar su pleno desarrollo. A partir de ese instante ya se es, aun sin conciencia, sin sistema nervioso ni corazón diferenciado.
Cuando se pretende acabar con la vida de un ser tan indefenso debemos hacer realidad el respeto irrestricto a los derechos humanos. Hay muchos testimonios de hijos de madres concebidos en una violación que agradecen que se les diera la posibilidad de vivir.
Es comprensible que una mujer violada rechace dar vida a un hijo en esas condiciones y le resulte muy violento conservarlo, incluso cuando se dan casos en que durante el embarazo la madre acepta su situación y termina deseando a ese hijo. Pero si ello no sucede, y la madre percibe como única solución el aborto, es necesario brindarle desde el primer momento toda la ayuda psicológica y material que requiera; el país no puede permanecer indiferente ante el dilema de la vida o la muerte.
No debe autorizarse el asesinato de un inocente. Pero el Estado deberá garantizar todo el apoyo a la madre y el bienestar del hijo durante el embarazo y tras el parto, adoptándolo desde el momento de su nacimiento, sin que su madre tenga que conocerlo y recibirlo. Las formas de adopción - que habrá que agilizar sustancialmente- pueden ser muchas, pero bajo la responsabilidad y tuición directa del Estado y a través de una legislación eficaz que reformule radicalmente la normativa sobre el servicio a menores.
Serán también los organismos del Estado los que deberán verificar la veracidad de la violación y perseguir y castigar a los culpables con todo el peso de la ley.