La Tercera

Los problemas de sonido vuelven a ser la piedra en el zapato del Festival

Alejandro Fernández rompió su audífono y generó otro momento incómodo. Para los organizado­res, el tema técnico se ha vuelto más difícil.

- M.de la Maza/C.Vergara

Se había embolsado dos Gaviotas, había dado el puntapié inicial de la tercera jornada y su espectácul­o tenía el orgullo de la revancha luego de la frustrada visita del año pasado. Pero Alejandro Fernández no tuvo mayores muestras de éxtasis y sólo usó una frase para rotular su show del martes: “Nadie se imaginaba que esto iba a ser lo que iba a estar rompiendo las pelotas”, lanzó el mexicano al mostrar los audífonos que usó para el retorno de audio -sistema que le permite escucharse a él y su banda- y que no funcionaro­n durante la primera parte de su presentaci­ón.

Un tropezón que lo mostró incómodo y molesto, y que, sin querer, lo hizo regalar esa ya memorable frase de “acomodándo­me el paquete” para referirse a esa pequeña caja que sirve de base para su retorno y que un asistente técnico colgaba en la parte trasera de su pantalón.

Pero más allá de la anécdota, la molestia del “Potrillo” ilustra un karma que el evento ha arrastrado por años y del que hasta ahora no puede sacudirse: los evidentes proble- mas de audio que entorpecen el flujo natural de un show televisivo y que, en algunos casos, escalan como bochornos. Más aún: en una edición 2015 donde el escenario ha brillado, los percances de sonido asoman como puntos negros.

“Nosotros siempre hemos e s t a d o muy c o n f o r mes, porque son infortunio­s puntuales y que pueden pasar en un espectácul­o en vivo”, establece Alex Hernández, director televisivo de la cita. De paso, divide aguas: al interior de la producción, el análisis apunta a que los responsabl­es finales de las desventura­s técnicas son los equipos de los artistas, quienes con anticipaci­ón envían todos los requerimie­ntos a los organizado­res chilenos. De hecho, Hernández cuenta que fue el propio Fernández quien rompió el cable de su retorno, luego, probableme­nte, de algún movimiento brusco en escena.

Desde Olavarría Sonido, la empresa que provee todo el sistema de audio del Festival, acotan que el audífono en cuestión, básicament­e por un asunto de higiene, siempre será responsabi­lidad del artista: o lo trae él mismo o se le entrega sin

Lintervenc­ión alguna.

Por otro lado, desde la empresa aseguran que las restriccio­nes en torno a los cantantes -no poder acercarse a ellos y hasta no poder mirarlos a los ojos-hacen cada vez más complejo t r a t a r d i r e c t a ment e los asuntos técnicos.

Un detalle: ni Fernández n i Ri c a r d o Ar j o n a -que también presentó problemas en el volumen de su a mpli f i c a c i ó n- hi c i e r o n prueba de sonido en Viña. Otro caso paradigmát­ico es Luis Miguel: el astro casi no ensaya, para evitar las miradas ajenas, pero su show está repleto de ademanes y gestos a su sonidista.

El productor Gabriel Fernández, quien ha trabajado en las visitas de U2 y Lady Gaga y fue responsabl­e del tema en el paso de Arjona por la Quinta, cuenta: “Hay responsabi­lidades compartida­s, no sólo del músico. Lo ideal es una coordinaci­ón entre los que se encargan del programa de TV y los del concierto”.

Para Luis Silva, gerente de Tecnología de CHV, los ensayos son clave: “Sirven para corregir cualquier ripio que exista, por lo que cuando no se hacen, prevenir eso es más difícil”. OS RITOS son importante­s porque determinan la identidad de lo que lo representa­n, sintetizán­dola. El domingo pasado, cuando Carolina de Moras y Rafael Araneda inauguraro­n esta versión del Festival, no se dieron beso alguno. La galería no lo pidió y ellos no lo forzaron. El hecho pasó desapercib­ido hasta el lunes cuando De Moras le insistió a Araneda y éste, sin demasiada coquetería, accedió a besarla.

Carentes de cualquier clase de química, ambos conforman una pareja extraña en la Quinta. Sí, están más afiatados que el año pasado y De Moras es mejor animadora que Eva Gómez, pero algo no termina de cuajar.

Alejandro Sanz (1994)

Interpreta­ría 3 temas, pero en el escenario no salió sonido ni de las guitarras ni del teclado.

Quizás eso tiene que ver con el hecho de que el mejor atributo de Araneda es ser un empleado eficiente del canal. Eso lo define. Araneda es como Don Francisco: no se mete en polémicas, no habla de política, ni se ensucia con la realidad. Eso le permite conducir Viña mejor que Camiroaga y Sergio Lagos, que lo antecedier­on; pero aquello hace que sacrifique cualquier drama o emoción porque no es capaz de poner suspenso alguno en los momentos climáticos. El Festival no es una montaña rusa sino algo que hay que sacarse rápido de encima, porque quizás ya no tiene que ver con su carrera internacio­nal. De Moras, por el contrario, sabe qué se está jugando. Ha mejorado. Come-

Luis Miguel (2012)

Su vuelta a Viña estuvo plagada de gestos al sonidista, que fueron comentario obligado. te menos errores, trata de ser simpática. Con todo, son una pareja inquietant­e: a ratos, en la tele se ven inverosími­les en el escenario gigantesco de la Quinta, entregando premio tras premio por decreto mientras fingen una intensidad y una empatía de la que carecen.

Por supuesto, esto hace preguntarn­os si los animadores son necesarios en el Festival. De hecho, con la competenci­as musicales a las 2 AM; uno se cuestiona si es no es

Rosana (2012)

Se percató que el montaje no estaba listo y tuvo que improvisar con un chiste.

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