Para lograr construir paz social es fundamental el diálogo en condiciones de equilibrio entre trabajadores y empleadores.
El reciente fallo del Tribunal Constitucional, que declara inadmisible un recurso presentado por Diputados y Senadores de oposición, marca el inicio del final de la tramitación legislativa del Proyecto que Moderniza las Relaciones Laborales, el cual, luego de una revisión que debe realizar dicho Tribunal sobre normas de competencia judicial en algunas materias, debería ser promulgado y finalmente publicado como Ley de la República. Atrás quedan los debates y las legítimas diferencias de opinión, que -dicho sea de paso- en nuestra sociedad se encauzan hoy a través de mecanismos institucionales de convivencia democrática, de lo cual debemos sentirnos orgullosos.
En primer lugar, debemos entender que lo relevante para trabajadores y empleadores, son los desafíos del mundo del trabajo tras la aprobación de la ley que moderniza las relaciones laborales y no los cuestionamientos infundados de unos pocos agoreros del desastre, que señalan que esta reforma destruirá el empleo, la empresa y la convivencia laboral.
Nos asiste la firme convicción que el gran desafío para trabajadores y empleadores en este nuevo período que abre la reforma, radica en la capacidad de establecer relaciones laborales basadas en un mayor y mejor diálogo entre las partes, teniendo como norte mejorar las condiciones de empleo y remuneraciones de cada trabajador, y hacer más exitoso el resultado de la empresa.
Seamos claros: debemos entender que ya no basta con tener contratos de trabajo y remuneraciones al día; hoy también importa que dichos acuerdos y salarios respondan a un proceso de diálogo en condiciones de equilibrio, con información y derechos equivalentes, y que dichos acuerdos se den en una cancha pareja. Era evidente que nuestra legislación laboral estaba al debe y ello era una de las causas de tanta desigualdad en los ingresos. Este es el centro de gravedad de la reforma aprobada.
Tampoco basta simplemente con tolerar la existencia de trabajadores organizados en un sindicato a fin de acatar el Código del Trabajo; hoy día es necesario reconocer a este como interlocutor y aprovechar la oportunidad de dicha representación parar profundizar los acuerdos que al interior de una empresa puedan optimizar los procesos productivos, mejorar estándares de seguridad, ocuparse de cada trabajador y de sus necesidades, y fidelizar a una perso- na con su fuente de trabajo; en esto nadie se puede perder: el trabajador siempre quiere que a su empresa le vaya bien y para ello es clave la existencia de un sindicato fuerte, moderno, informado y con dirigentes capacitados.
¿Que mejor ejemplo de lo anterior que el que vimos en las empresas finalistas y premiadas en la versión número 17 del premio Carlos Vial Espantoso otorgado por la fundación del mismo nombre la semana pasada?
El imperativo de estos desafíos no responden a una concepción ideológica determinada; son las verdaderas urgencias que nos pone delante el complejo mundo de hoy, y que nos pide cada día avanzar en mecanismos que aseguren el único capital capaz de hacer progresar una sociedad: la Paz Social; paz social entre trabajadores y empleadores, entendiendo que ambos se encuentran fuertemente tensionados por un mercado de trabajo más exigente y excluyente, con procesos masivos de innovación tecnológica que obligan a adaptarse a nuevas formas de empleo y nuevas formas de aumentar la productividad. Miremos los recientes anuncios de la nueva Primer Ministra del Reino Unido Theresa May, quien señaló que está mirando él modelo Alemán .... Uno de sus primeros anuncios es en el mundo del trabajo, claro, quizás para un comentarista chileno que trabaja en Wall Street el que sea abogada y ex senadora no la califica ....
Pero yo creo que para lograr construir paz social, es fundamental, entonces, el diálogo en condiciones de equilibrio entre trabajadores y empleadores: esa es la clave en la que debemos leer la reforma laboral. Si así lo hacemos, no dejaremos pasar una gran oportunidad para nuestro país, como lo hacen por cierto países como Alemania y otros que entienden el valor de las instituciones -entre ellas los sindicatos- y lo que significan en la estabilidad y crecimiento de sus países la existencia y ejercicio del Diálogo Social.