JUNTEN MIEDO
La reacción del Sifup me parece correcta, pero tardía. Ya la situación de
Deportes Concepción era una alerta
El hermoso momento de la selección chilena se ve cada vez más lejos y el paro de futbolistas nos aterriza de golpe a nuestra realidad. La que habla de decisiones absurdas, egoístas y con nulo sentido común.
Primero se aprueba un sistema de campeonato que, ha sido demostrado, carece de competitividad y ofrece premio a esfuerzos momentáneos y breves. La visión de largo plazo simplemente no existe. Pero no se quedaron sólo en eso. Para rematar esta ‘brillante’ serie de decisiones, acuerdan torneos sin descenso, es decir, la ley del mínimo esfuerzo en toda su magnitud.
¿Cuál fue la respuesta de algunos clubes al paro? Amenazar a sus dirigidos. Lo que fue declarado por Francisco Arrué y David Pizarro es una vieja estrategia de clubes que por años hicieron lo que quisieron bajo el amparo de Sergio Jadue.
Dirigentes que no sólo amenazan jugadores y técnicos. También ejercen presión en el directorio del CDF y piden la cabeza de algún periodista y/o comentarista cuando este emite una opinión que no les parece.
Honestamente no me extraña. Toman decisiones técnicas muy lejos de su área de expertise sin siquiera consultar, y cuando debieron velar por el futuro del fútbol hicieron vista gorda al accionar de Jadue y sus cómplices.
La reacción del Sifup me parece correcta, pero tardía. Ya la situación de Deportes Concepción era una alerta a la cual se ofreció una tibia respuesta.
Pero a diferencia de otras paralizaciones esta tiene un punto a favor. La presencia de Arturo Salah en la presidencia puede ser una muñeca interesante a la hora de negociar. Para nadie es un secreto que el ex técnico está más inclinado a las exigencia del Sifup que a la obtusa posición del Consejo de Presidentes. Instancia que sólo vela por recibir su tajada mensual del CDF. El fútbol chileno cambió la presidencia, pero los que votan siguen siendo los mismos que, en su mayoría, siguen hundiéndolo.
Cuando el cheque de fin mes pesa más que la competitividad del equipo es hora de asustarse. Personalmente lo estoy. Y mucho.