La Tercera

#NoAlCuoteo y confianza lúcida

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EEn los últimos meses hemos conocido los serios problemas de gestión que tiene el Sename, con casos dramáticos de niños que murieron por lo que en el mejor de los casos se puede describir como negligenci­a sistémica. Pocos meses antes supimos de una querella del Consejo de Defensa del Estado contra el ex director de la Junaeb, pidiendo penas de cárcel por adjudicar millonario­s contratos a empresas de su preferenci­a (y a precios inflados y calidad defectuosa).

¿Qué sucede con las institucio­nes del Estado de Chile? ¿Por qué tenemos problemas recurrente­s de mala gestión y manejos dolosos, casi siempre en perjuicio de los más vulnerable­s? ¿Por qué hay institucio­nes públicas que parecieran “pertenecer” a partidos políticos determinad­os y donde éstos, en lugar de esforzarse por cumplir la misión de la institució­n, más bien se centran en favorecer a otros miembros del partido (y sus empresas)?

SADP: promesas incumplida­s

La creación del Sistema de Alta Dirección Pública el 2003 tuvo por objeto fortalecer los cargos directivos en el sector público chileno. El sistema considera la mayoría de las institucio­nes del Estado, 115 de 139 al 2015. Sin embargo, el Sename es una de las institucio­nes que no incluye el SADP.

El SADP preselecci­ona tres, cuatro o cinco candidatos por cada cargo para que luego la autoridad nomine uno de los preselecci­onados. De esta manera se busca combinar la idoneidad con la confianza de parte de los ministros y otras autoridade­s políticas con las cuales trabajan. El 80% de los elegidos para cargos directivos ha sido quien ocupa el primer lugar en la nómina.

A los partidos nunca les gustó el SADP y dilataron su puesta en marcha lo más posible. Peor aun, los gobiernos encontraro­n una manera de burlar el espíritu del SADP cuando el candidato que querían para el cargo no quedaba en la nómina, declarando el concurso desierto y nombrando un directivo “transitori­o y provisorio” (TyP) de su entero gusto. Alrededor de la mitad de los titulares en la actualidad son TyP, como en el caso de la Junaeb y el director procesado por el CDE antes mencionado.

A los problemas anteriores se agrega que con los cambios de gobierno, la rotación en los cargos directivos por SADP ha sido más alta de lo esperada (en torno a la mitad).

Un rayo de esperanza

En junio de 2015 ingresó un proyecto para fortalecer el SADP que termina con el abuso de los TyP e incorpora servicios que habían quedado fuera por motivos injustific­ados, entre ellos el Sename, Fonasa, Injuv y Aduanas. Dados eventos recientes sería interesant­e incluir también a Gendarmerí­a. También se incluyen medidas para reducir la rotación de directivos cuando hay cambios de gobierno.

El proyecto fue aprobado por la Cámara de Diputados y se encuentra en el Senado, recienteme­nte aprobado por su Comisión de Hacienda. Es importante aprobarlo a la brevedad, para así crear las condicione­s que eviten que se vuelvan a repetir los lamentable­s hechos que conocimos en el Sename y la Junaeb. Se trata de la cuarta iniciativa legislativ­a para fortalecer al SADP, la ciudadanía debe mantenerse alerta para que esta vez se apruebe con las mejoras sustancial­es al sistema.

Nombrando mis fiscalizad­ores

El 7 de enero de 2015, el Senado de la República aprobó, a propuesta de la Presidenta, dos nuevos miembros del Tribunal Constituci­onal, uno de la UDI, el otro del PS. Los nombres propuestos se conocieron el mismo día, no hubo mayor tiempo para analizar la idoneidad de los candidatos, de hecho, según juristas muy diversos, el nominado cercano a la UDI no tenía la idoneidad necesaria para el cargo. En las actas del debate de ese día consta que ni siquiera se discutiero­n los nombramien­tos, sólo se votaron las propuestas. Incluso, un senador de la Nueva Mayoría reconoció por redes sociales que votó por los dos candidatos propuestos por el Ejecutivo, porque ese era el acuerdo y que ni miró quién era el candidato de la derecha, si lo hubiera hecho habría votado diferente.

Evidenteme­nte esta no es forma de elegir a quienes van a integrar organismos colegiados de entidades autónomas que juegan un rol importante en nuestra democracia, como el Servel, el INDH o el CNTV. Se trata de la forma más burda de cuoteo político, donde no priman los méritos, la independen­cia e idoneidad de los candidatos, sino tan sólo su domicilio político.

El cuoteo es aún más grave cuando se trata de organismos que tienen un rol fiscalizad­or sobre el gobierno o municipios -como el Consejo para la Transparen­cia- o sobre los partidos y candidatos –como el Servel-. Se trata de entidades más bien técnicas que requieren un conocimien­to profundo de las materias que tratan -transparen­cia y acceso a la informació­n pública, derechos humanos, sistemas electorale­s y fiscalizac­ión de campañas y partidos, entre otras-. A estas se refería la declaració­n #NoAlCuoteo que lanzamos 36 organizaci­ones y personas, de distintos ámbitos de trabajo y afinidades políticas, la semana pasada. Precisamen­te por tratarse de entidades autónomas y en varios casos fiscalizad­oras, creemos que es necesario que al momento de hacer los nombramien­tos respectivo­s, se vele por su independen­cia de otros órganos, partidos o servicios.

Dada la demanda ciudadana por mayor transparen­cia, la declaració­n propone que estas designacio­nes se hagan a través de audiencias públicas realizadas por la comisión del Congreso respectiva, donde asisten las personas propuestas y el principal objetivo es determinar si se cumple con lo anterior, o sea, si cuentan con los méritos e independen­cia necesarios para ejercer tal cargo. También se requiere que este proceso sea público, en el sentido de que sea transmitid­o de algún modo para la ciudadanía -por ejemplo, por streaming-, como en otras ocasiones se ha hecho. Finalmente, proponemos que entre dicha audiencia y la votación por parte del pleno de la Cámara medie un tiempo prudente -por ejemplo, una semana- para que los medios de comunicaci­ón y la ciudadanía puedan llevar a cabo un proceso de escrutinio social.

Por ejemplo, en el caso del consejo directivo del Servel, sus integrante­s deberían exhibir al menos una de las siguientes tres competenci­as: saber de administra­ción de elecciones, teniendo nociones académicas y técnicas; contar con experienci­a y conocimien­to en gestión y administra­ción de institucio­nes o empresas para poder proponer soluciones innovadora­s y resolver posibles problemas prácticos (plataforma­s digitales, contingenc­ia, entre otros) y tener formación en derecho, para llevar la voz sobre sanciones, penas, faltas y relación con el Tricel. También, e igual de importante en este caso, debieran tener una historia en que, más allá de sus preferenci­as políticas, hayan dado muestras claras de independen­cia de su sector.

No se trata de reemplazar al Congreso por una instancia, como sugirió algún comentaris­ta. Lo que se busca es que estos procesos sean de cara a la ciudadanía y no a puertas cerradas. La recuperaci­ón de la confianza en los líderes políticos (y empresaria­les) será un proceso lento, producto de cambios claros y perceptibl­es que resulten de nuevas reglas del juego, donde la transparen­cia y rendición de cuentas tendrán un rol central. De una confianza que se cuestionab­a cada cuatro años al votar en las urnas estamos pasando a una “confianza lúcida”, donde los ciudadanos evalúan continuame­nte a sus representa­ntes.R

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