La Tercera

Profesor de Literatura

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cuerdo que esperaba todos los jueves a las seis de las mañana el ruido que indicaba que había llegado el motociclis­ta con la revista. Tengo claro en mi mente el sonido que hacía al golpear la entrada de mi casa. Ese era mi material de entretenci­ón durante 15 días. Fui punk por un día y medio. Estaba estudiando en Europa y me tocó estar en Italia en medio del fervor del movimiento punk, estuve en conciertos de grupos muy alternativ­os en subterráne­os en Suiza y presencié todo el movimiento de los squads. Y ahí me interese por toda esa estética under. “Voy a probar esta cuestión”, dije. Me pinté y me compré unas muñequeras con puntas metálicas, pero al día siguiente me di cuenta de que esa moda no tenía nada que ver conmigo. Hice dedo para recorrer Europa. Recuerdo haber dormido en un sucucho de París, en una pieza que un amigo se había tomado de manera ilegal. Pasé a ser allegado de un marginal. Recogíamos cosas de los basureros y no pagábamos el pasaje en el metro. Una vez no tenía dónde dormir y llegué con mi saco a un cementerio. Fue la noche más tranquila de todas, una experienci­a vital. Desde entonces que soy fanático de los cementerio­s. Hay un verso de Francisco Quevedo que dice: “Aquí estoy rodeado de unos pocos libros, vivo en conversaci­ón con los difuntos”. Esa frase me encanta. Me gusta extraviarm­e caminando, es mi vicio. Cuando tengo tiempo libre, que son pocos, me largo a caminar sin rumbo fijo, puedo estar horas conociendo nuevas calles. En Valparaíso varias veces me he perdido en cerros bravos sin saber dónde estoy y conociendo personas mientras pido indicacion­es. Uno siempre descubre cosas nuevas, me gusta mucho mirar a las personas, imaginar quién vive en cada edificio o casa y cuáles son sus historias. Es mi propio ejercicio divagatori­o. Soy como los siquiatras, no hablo nunca de mis pacientes. No podría decir cuál fue mi peor entrevista, hubo unas muy malas, pero jamás podría decir cuál fue. La mejor creo que fue con Francisco Varela, me di cuenta que más que un gran científico, que lo es, era un gran pensador. Hay gente que desde el mundo intelectua­l lee y sabe mucho de filosofía, pero hay otro tipo de gente que elabora un pensamient­o propio. Y Varela era de esos. No tengo nada personal contra DJ Méndez. Mi problema es con la faranduliz­ación de la política y la irrupción del populismo propiciado por las mismas maquinaria­s políticas que han devastado Valparaíso. La ciudad necesita urgente un alcalde con visión y gran capacidad política. Respeto su carrera como artista popular y su historia, pero es como si yo me quisiera postular a alcalde. Al Dj sólo le digo: “Pastelero a tus pasteles”.

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