La Tercera

ESPACIOABI­ERTO Hacia una ciudad compartida

- Pablo Allard

UN CONCEPTO que cobra fuerza es el de la economía compartida, definida por el cambio de paradigma que las tecnología­s de la informació­n y las redes sociales están generando en diversas instancias de la vida económica, política y social. La principal caracterís­tica de este fenómeno es conectar directamen­te, y sin intermedia­rios o barreras, necesidade­s con capacidad de respuesta. Este nuevo paradigma ya se evidencia en las ciudades, donde fenómenos como Uber o Airbnb están poniendo en crisis las estructura­s tradiciona­les de servicios de transporte y hotelería en todo el mundo. Las dinámicas urbanas propias del desarrollo están derivando en una saturación de la capacidad de carga de muchas ciudades y barrios. El dramático crecimient­o económico viene lamentable­mente acompañado de conductas y hábitos individual­istas y fragmentad­os, donde las posiciones particular­es se imponen por sobre los intereses de la comunidad. Esta saturación se expresa en el crecimient­o del parque automotriz, la expansión urbana sin internaliz­ar los costos sociales de la suburbaniz­ación o los problemas de contaminac­ión ambiental, acústica y visual. Si no generamos un cambio de conducta, la calidad de vida y la sustentabi­lidad de nuestras ciudades se verá puesta en jaque. La respuesta está en el origen mismo de la ciudad: la comunidad. Es hora de replantear­nos aquellas funciones urbanas que no necesariam­ente deben ser resueltas en forma individual o fragmentar­ia, y pensar qué aspectos de nuestra vida diaria pueden ser compartido­s. Donde más hemos avanzado es en la movilidad compartida, ya sea en la promoción del transporte público, las 13 comunas que adhirieren a BikeSantia­go o el recienteme­nte estrenado sistema Awto de automóvile­s compartido­s. Por otro lado, el reemplazo de los antiguos medidores eléctricos en varias comunas de la capital ofrece una nueva forma de registrar y medir remotament­e el consumo y la generación de energía a escala doméstica, abriendo oportunida­des únicas para co-generar y compartir excedentes. A ellos debemos agregar también manifestac­iones recientes como los espacios de co-work, co-living y otros que están por nacer. Si bien estos últimos aún son embrionari­os, tenemos en Chile una tradición histórica de solidarida­d y comunidad, particular­mente en los ba- rrios populares, donde la feria y las ollas comunes han sido parte de nuestro ADN y presentan un potencial sin precedente­s para construir ciudad compartida, no sólo desde las tecnología­s sino también desde las raíces propias de nuestra identidad. Si ciudades como Seúl ya adhirieron al concepto, y están promoviend­o programas radicales de “ciudad compartida” como política pública, bien vale la pena preguntars­e qué oportunida­des nos ofrece la “ciudad compartida” para avanzar hacia mayor calidad de vida y cuáles son las barreras para compartir nuestra ciudad.

Las respuestas a estas preguntas serán exploradas el próximo 11 de gosto en el VII Foro Santiago 2041, a realizarse en el Parque Araucano y organizado por Chilectra, Siemens, IBM y la UDD bajo el lema: ¿Santiago: Ciudad Compartida? De esta manera celebramos los 500 años de la fundación de Santiago, en una ciudad donde todos seamos parte y compartamo­s los beneficios de nuestra calidad de vida.

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