Inútil paralización
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La idea de decir basta parecía atendible, necesaria. Los jugadores, cansados de la desprolijidad, el desorden y la mediocridad dirigencial, decidieron forzar soluciones. Más que eso, obligar a que las cosas se hagan como corresponde.
Pidieron un calendario adecuado al hemisferio donde vivimos y no el que hoy impera, que tiene como único objetivo vender jugadores y beneficiar a los representantes. Exigieron la regularización de las deudas y el pago de ellas, demostrando que las SA ni siquiera han respondido en lo más básico. Y demandaron lo más de cualquier torneo deportivo; la competencia, para que los clubes abandonen la idea de suprimir casi todos los descensos con el propósito de ajustar presupuestos y no contratar jugadores de nivel.
El Consejo de Presidentes, que cada vez puede tomar peores decisiones, votó no competir. Incapaces de gestionar y trabajar adecuadamente para la consecución de recursos, prefieren normar campeonatos donde la competencia sea mínima, para así no gastar dinero. Las consecuencias, como puede suponerse serán nefastas para el ya muy malo torneo criollo. Ni hablar del plano internacional. Si los equipos chilenos van de fracaso en fracaso en los últimos años, imagínense lo que puede ocurrir con un nivel de certamen aún más bajo. El Sindicato de Futbolistas lo entendió y tomó nota de los más de 450 profesionales cesantes para reaccionar con dureza, votando la medida más dura a la que se puede llegar en un gremio.
Los jugadores decidieron paralizar el fútbol y la mayoría celebramos la iniciativa, porque alguien tenía que poner fin a tanta mediocridad. Lamentablemente, las últimas informaciones señalan que los dirigentes habrían doblado la mano de la movilización entregando migajas. Regularizaciones decorativas y un impreesencial sentable descenso programado serían las únicas situaciones logradas por el Sifup. Inaceptable, vergonzoso. ¿Pararon el fútbol chileno para conseguir un descenso programado? ¿Eso es todo? Llegaron a la medida más extrema para sólo forzar un sistema que además de engorroso es igual de poco competitivo. Este escenario debería cambiar. Espero que así ocurra. De lo contrario, habremos asistido a un show penoso e impresentable, una movilización tan estéril como dañina. Un acto más para engrosar la triste historia del fútbol chileno, fuera de la cancha.