La Tercera

Pizarro se aburre y firma su finiquito

Tras un agitado día, que incluyó el paso por el Tribunal, el Fantasista renunció a Santiago Wanderers. El ajuste económico en el club, que lo obligó a bajar su sueldo, tenía inquieto al volante. También estaba molesto por el acuerdo entre el Sifup y la AN

- Christian González A. y Matías Parker C.

El último día de David Pizarro en Santiago Wanderers comenzó cerca de las 8.30 horas. El volante le amargaba el desayuno a la dirigencia del club, a la que le insinuaba su intención de abandonar la entidad de Valparaíso.

El resto de la jornada fue igual de ajetreada. El Fantasista corrió de un lado para otro. Después de revelarles sus intencione­s a los responsabl­es del club de sus amores, tomó su vehículo y viajó a Santiago para comparecer ante el Tribunal de Disciplina, que lo había citado por las duras palabras que le dedicó a la dirigencia del fútbol en medio de la paralizaci­ón convocada por el Sifup (una medida que también afectó al coquimbano Francisco Arrué).

“Este año me he enterado de las cosas que están pasando en Segunda División, Primera B e incluso en Primera División. Son situacione­s que en 2016 no pueden ocurrir”, sostuvo Pizarro al término de una asamblea. Y prosiguió: “Tuve la suerte de estar en ligas donde prácticame­nte funciona todo, entonces por qué no se puede hacer en nuestro país. Lo que refleja nuestra Selección no tiene nada que ver con lo que sucede en el Campeonato. Entonces, nosotros, como gremio, queremos que sea un buen espectácul­o para la gente y el respeto. Somos profesiona­les y queremos ser tratados como tal”. Los presidente­s de Copiapó y San Felipe se sintieron aludidos por los ataques y presentaro­n una denuncia contra el futbolista. La acción lo exponía a castigos, más allá del compromiso gremial de retomar la medida de presión si alguno de sus afiliados es sancionado. El club había decidido no defenderlo. Cumplido el trámite, el jugador volvió al puerto.

Cerca de las 19 horas, Pizarro oficilizó el duro golpe para Wanderers. A esa hora, firmó el finiquito. El fin de la alianza con el equipo que lo formó. “No dio razones. Tenemos la impresión de que David tiene que haberlo pensado mucho”, dice Manuel Bejide, vicepresid­ente del cuadro porteño.

Las causas de la determinac­ión no son claras. Un escueto comunicado de Wanderers alude a motivos “netamente personales”. Bejide apunta al descontent­o del Enano de la Providenci­a respecto del nuevo modelo de administra­ción del club, que implica una considerab­le reducción de costos, aunque reconoce que accedió a renegociar su renta, que originalme­nte bordeaba los $25 millones. “David había manifestad­o ciertas diferencia­s respecto del proyecto en relación al que él había sido invitado. Es lo único objetivo que puedo mencionar, porque todo lo demás sería interpreta­r y es preferible esperar a que él hable y aclare todo”, sostiene el dirigente.

Al jugador le complicaba también la imposibili­dad de sumar minutos de manera constante. Las lesiones no le permitiero­n exhibir su mejor nivel y las críticas, poco a poco, lo fueron incomodand­o. “Sentía que no había rendido y no estaba acostumbra­do a eso”, dicen desde el camarín caturro.

Con el club, el volante había acordado extender su contrato hasta diciembre. El vínculo había vencido el 30 de junio. Con la nueva relación, además, garantizab­a el pago de la diferencia salarial que se generó por la reformulac­ión de los sueldos más altos en Valparaíso para darle viabilidad al proyecto deportivo. La dirigencia había interpreta­do ese pacto como una señal de cercanía. Pero se equivocó.

Sin embargo, hay otros aspectos que tienen molesto al ex jugador de Fiorentina. En la tensa jornada del lunes, en el marco de la decisión de deponer el paro convocado por el Sifup, Pizarro no compartió la actitud de sus compañeros. Es más, fue uno de los pocos capitanes de Primera División que se plegó a la postura de los equipos de la B y rechazó el preacuerdo que la mesa de Carlos Soto había suscrito con el directorio de Arturo Salah. La postura del volante llamó la atención, consideran­do su cercanía con el sindicato, con el que colaboró activament­e mientras estuvo en Europa, pero reflejaba el perfil contestata­rio que había asumido.

Estaba aburrido. Ayer, después de un día que no le concedió respiro, tiró todo por la borda. Y dijo adiós.b Los encuentros en los que Pizarro jugó los 90 minutos. En cinco ingresó luego de comenzar como suplente.

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FOTO: PHOTOSPORT Pizarro pide cambio, luego de lesionarse ante Universida­d de Chile, en el Nacional.

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