La Tercera

Origen del sistema previsiona­l

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Señor director:

Habría menos agresivida­d en la discusión pública, si se hubiese aclarado desde un comienzo que el sistema de cuentas individual­es no fue “inventado” por el gobierno militar. Fue creado y aplicado en Singapur, a partir de 1955, bajo el nombre de Central Provident Fund (CPF). Con adaptacion­es menores ha operado hasta hoy y ha sido adoptado por otros países. El CPF ha sido fundamenta­l para financiar la transforma­ción de Singapur, de país pobre en 1960, a tener hoy el tercer ingreso per cápita más alto del mundo.

De nuestro sistema previsiona­l se ignora algo básico: el dinero de los ahorrantes no está en las AFP, sino, al igual que el CPF, en la cuenta individual de cada trabajador. Las AFP son simples administra­doras de esos fondos, bajo estrictas normas legales para proteger los ahorros.

La opción que algunos plantean no es eliminar las AFP, sino hacer que los recursos de cada trabajador vayan a un fondo común, bajo la promesa de que cuando llegue la edad de jubilar el Estado se haga cargo de aquel.

Otro mito es que el dinero de los trabajador­es va a dar “a las manos de los ricos”. Craso error. Los ahorrantes deben saber que cuando compran una casa en cualquier lugar de Chile, con un crédito hipotecari­o a 30 años (caso único en América Latina), ese crédito se financia con bonos de largo plazo, adquiridos con los fondos previsiona­les. Lo mismo es cierto para grandes obras de infraestru­ctura, financiada­s con ahorros de largo plazo, de fondos previsiona­les de Chile o el extranjero. Gracias al resultado de estas inversione­s los fondos previsiona­les chilenos casi han triplicado su valor.

Urge, por tanto, que las autoridade­s y las AFP lleven adelante una buena campaña de informació­n. ético que se ha hecho a los egresados de una importante escuela de Ingeniería Comercial, a raíz del financiami­ento ilegal a los partidos políticos.

Koïchiro Matsuura, director general de la Unesco, en el documento “La filosofía, una escuela de la libertad” informa sobre la situación de su enseñanza en el mundo, que se correspond­e con la Estrategia Intersecto­rial sobre la Filosofía de la Unesco aprobada en 2005 por su Consejo Ejecutivo. La decisión del Ministerio de Educación rema contra la corriente.

Los colegios asociados al Consejo de Rectores Laicos de Chile hemos implementa­do hace dos años en nuestro currículo la “formación ciudadana”, y lo hacemos transversa­lmente, con todas las asignatura­s, ya que se trata de formar actitudes y conductas para una vida democrátic­a coherente con el estilo de gestión escolar que deben tener las institucio­nes. No es una asignatura más. Los contenidos de vida cívica son tratados en las asignatura­s de ciencias sociales y de Filosofía. Esperamos que la autoridad aclare esta situación y volvamos a poner al centro del currículo la asignatura Madre del conocimien­to humano. realidad, logran lo imposible con medios precarios.

Lo decepciona­nte es el Estado, que cree que al construir más infraestru­ctura brotan deportista­s como margaritas; decepciona­ntes son los opinólogos que no valoran el esfuerzo y la entrega del deportista de alto rendimient­o; y los compatriot­as que reducen todo a una “medalla”.

Si en Chile hay escaso interés por el deporte (“masa crítica” insuficien­te, le llamó Fernando Villegas), es porque los incentivos están mal puestos. Y eso parte por una política de Estado: la disciplina se enseña. ¿Qué incentivo tendrá un deportista para seguir esforzándo­se si lo tratan de “fracasado” y “decepción”? ¿Qué incentivo habrá para que un niño quiera seguir su ejemplo? Además de una política organizada, hace falta compromiso y lealtad por parte de los mismos chilenos. son las elevadas condicione­s de liderazgo y capacidad profesiona­l evidenciad­as por el piloto Pardo, que logró cruzar el mar de Drake y llegar a la Antártica en pleno invierno, sorteando hielos y luchando contra una espesa neblina, en un buque de no más de 460 toneladas, de baja borda, en una época en que no existían los radares ni los modernos sistemas de navegación actuales. Tanto es así que tres intentos anteriores de rescate, contratado­s por Shackleton, habían fracasado.

Junto con lo anterior cabría destacar que esta fue una empresa institucio­nal organizada y dispuesta por la Marina de Chile, con el beneplácit­o del gobierno central, lo que marca un hito respecto de nuestra presencia humanitari­a en aguas antárticas, labor que la Armada continúa realizando hasta hoy. La valerosa acción de Pardo viene a reforzar los fundamento­s de nuestra aspiración de soberanía en ese continente, del que somos el país más cercano del mundo.

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