La Tercera

En Amatrice la hora se detuvo a las 03:36 a.m.

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Es como estar en uno de esos países en guerra”, dijo a The New York Times Laura Besanzoni, habitante de Amatrice, uno de los pueblos más golpeados y que casi desapareci­ó por el terremoto de 6,2 grados en la escala de Richter que sacudió al centro de Italia a las 03:36 de ayer. La imagen era apocalípti­ca: el potente sismo dejó a cientos de personas atrapadas bajo los escombros, las casas colapsaron y se derrumbaro­n, hombres excavaron con sus manos para buscar sobrevivie­ntes y ayudar a los bomberos y los gritos de ayuda se escuchaban bajo las ruinas. “Se sienten voces bajo los escombros que gritan: ayúdennos, ayúdennos”, dijo una joven a la agencia italiana ANSA. “Parecía un bombardeo”, comentó otra habitante el lugar. Hasta anoche, 159 personas habían muerto, otros 150 estaban desapareci­das y más de 300 se encontraba­n heridas.

En plena madrugada, el terre- moto se sintió a lo largo de varias regiones en el centro de Italia, e incluso en Roma y Venecia. El epicentro fue en Nurcia, en la región de Umbría, y afectó además a las regiones de Lacio y Le Marche. Las zonas más dañadas fueron pintoresco­s pueblos montañosos, como Amatrice y Accumoli, a unos 100 kilómetros de la capital italiana. El terror volvió a apoderarse de Italia siete años después de que un terremoto dejara 308 muertos en L’Aquila.

Amatrice despertó completame­nte devastada. Sus calles se convirtier­on en escombros y sus edificios estaban derrumbado­s. “Amatrice ya no existe”, dijo el alcalde Sergio Pirozzi, mientras que el presidente de la región afectada, Nicola Zingaretti, aseguró que “el centro del pueblo desapareci­ó, todo se vino abajo”. La mitad de la ciudad, reconocida por sus calles medievales y por contar con numerosos monumentos romanos, barrocos y renacentis­tas, quedó literalmen­te en el suelo.

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