Negocio, al fin y al cabo
Palestino igualó 2-2 en su visita a Real Garcilaso y quedó en una inmejorable posición para avanzar. Los árabes estaban 2-0 a los 12’, pero el cansancio y las fallas individuales impidieron la victoria.
Pocas veces un equipo chileno comenzó tan bien y terminó tan mal un partido como visitante a nivel internacional. Y el asunto no es meramente físico, aunque ese es un factor que influye a 3.400 metros de altitud. Palestino igualó ayer en Cuzco un partido que perfectamente pudo haber ganado. Si no lo hizo, fue porque no supo anular las escasas virtudes de un rival muy limitado -y que además atraviesa una profunda crisis administrativay porque tam- poco tuvo la dosis de calma suficiente para sostener el control del balón.
El juego comenzó como muchos lo hubieran soñado: a los 12’, los tricolores vencían por 2-0, gracias a la debilidad de la defensa y el arquero locales y también, al talento de Leonardo Valencia, un jugador que ofrece destellos de calidad únicos cuando está inspirado.
El 2-0 era un resultado perfectamente manejable para los árabes, pero un pobre rendimiento individual, el de Francisco Sierralta, permitió que Joao Villamarín se escapara cada vez que le llegó el balón. Eso le costó el penal del descuento a los 27’, cuando el ex zaguero central de la UC (tal vez incómodo fuera de puesto) falló en un intento de rechazo y permitió el ingreso del puntero al área. Al tratar de alcanzarlo, el defensor cayó de manera torpe sobre el peruano, cometiendo una falta que el boliviano Raúl Orosco no podía dejar de sancionar.
El descuento entusiasmó en algo a los anfitriones, aunque el mejor pie de los de La Cisterna (con la desastrosa excepción de Leandro Benegas) les permitió controlar en parte el destino del partido.
Pese a todo, y siempre por el lado derecho, Garcilaso se las arregló para apremiar a Darío Melo, quien respondió con sobriedad ante la exigencia. Eso, a diferencia de Fernando Martinuzzi, quien jamás pareció ofrecer tranquilidad a sus compañeros, ya apremiados por sus propias limitaciones.
El segundo tiempo, no obstante, marcaría el paulatino adelantamiento de los anfitriones. Y la apuesta ya no era apelar tanto a los pelotazos a las espaldas de los zagueros centrales chilenos, sino que a tratar de estructurar cargas algo más organizadas, aprovechando en parte el agotamiento de los volantes de contención dispuestos por Nicolás Córdova. Y en ese punto radicó la ilusión cuzqueña, con Agustín Farías y Esteban Carvajal ya sin fuelle para cortar el juego local, las llegadas al arco palestinista fueron más frecuentes.
El contragolpe, en tanto, poco ofreció para los chilenos, sobre todo porque las líneas estaban demasiado distanciadas respecto al compacto inicio del partido.
En eso estaban cuando una muy buena incursión de Iván Santillán, quien se sacó dos marcas y remató con precisión, en un derechazo que resultó inatajable para Melo.
En los pocos minutos que restaban, no obstante, Palestino bien pudo haberse impuesto, pero un tanto de Benegas no fue validado por una inexistente posición fuera de juego, pues en el centro de Mathías Vidangossy era el balón el que habilitaba al centro- “Fuimos un poco mezquinos con nuestro juego en el segundo tiempo, pero no estamos acostumbrados a estas condiciones”.
“Nos vamos contentos con el esfuerzo y tranquilos con el resultado”. delantero. La historia podría haberse escrito de otro modo, pero al menos el único equipo chileno que sobrevive en la Copa Sudamericana cuenta con inmejorables perspectivas de pasar a octavos de final, donde se mediría con el ganador de la llave brasileña de Figueirense y Flamengo.b