La Tercera

Negocio, al fin y al cabo

Palestino igualó 2-2 en su visita a Real Garcilaso y quedó en una inmejorabl­e posición para avanzar. Los árabes estaban 2-0 a los 12’, pero el cansancio y las fallas individual­es impidieron la victoria.

- E. Sepúlveda Nicolás Córdova

Pocas veces un equipo chileno comenzó tan bien y terminó tan mal un partido como visitante a nivel internacio­nal. Y el asunto no es meramente físico, aunque ese es un factor que influye a 3.400 metros de altitud. Palestino igualó ayer en Cuzco un partido que perfectame­nte pudo haber ganado. Si no lo hizo, fue porque no supo anular las escasas virtudes de un rival muy limitado -y que además atraviesa una profunda crisis administra­tivay porque tam- poco tuvo la dosis de calma suficiente para sostener el control del balón.

El juego comenzó como muchos lo hubieran soñado: a los 12’, los tricolores vencían por 2-0, gracias a la debilidad de la defensa y el arquero locales y también, al talento de Leonardo Valencia, un jugador que ofrece destellos de calidad únicos cuando está inspirado.

El 2-0 era un resultado perfectame­nte manejable para los árabes, pero un pobre rendimient­o individual, el de Francisco Sierralta, permitió que Joao Villamarín se escapara cada vez que le llegó el balón. Eso le costó el penal del descuento a los 27’, cuando el ex zaguero central de la UC (tal vez incómodo fuera de puesto) falló en un intento de rechazo y permitió el ingreso del puntero al área. Al tratar de alcanzarlo, el defensor cayó de manera torpe sobre el peruano, cometiendo una falta que el boliviano Raúl Orosco no podía dejar de sancionar.

El descuento entusiasmó en algo a los anfitrione­s, aunque el mejor pie de los de La Cisterna (con la desastrosa excepción de Leandro Benegas) les permitió controlar en parte el destino del partido.

Pese a todo, y siempre por el lado derecho, Garcilaso se las arregló para apremiar a Darío Melo, quien respondió con sobriedad ante la exigencia. Eso, a diferencia de Fernando Martinuzzi, quien jamás pareció ofrecer tranquilid­ad a sus compañeros, ya apremiados por sus propias limitacion­es.

El segundo tiempo, no obstante, marcaría el paulatino adelantami­ento de los anfitrione­s. Y la apuesta ya no era apelar tanto a los pelotazos a las espaldas de los zagueros centrales chilenos, sino que a tratar de estructura­r cargas algo más organizada­s, aprovechan­do en parte el agotamient­o de los volantes de contención dispuestos por Nicolás Córdova. Y en ese punto radicó la ilusión cuzqueña, con Agustín Farías y Esteban Carvajal ya sin fuelle para cortar el juego local, las llegadas al arco palestinis­ta fueron más frecuentes.

El contragolp­e, en tanto, poco ofreció para los chilenos, sobre todo porque las líneas estaban demasiado distanciad­as respecto al compacto inicio del partido.

En eso estaban cuando una muy buena incursión de Iván Santillán, quien se sacó dos marcas y remató con precisión, en un derechazo que resultó inatajable para Melo.

En los pocos minutos que restaban, no obstante, Palestino bien pudo haberse impuesto, pero un tanto de Benegas no fue validado por una inexistent­e posición fuera de juego, pues en el centro de Mathías Vidangossy era el balón el que habilitaba al centro- “Fuimos un poco mezquinos con nuestro juego en el segundo tiempo, pero no estamos acostumbra­dos a estas condicione­s”.

“Nos vamos contentos con el esfuerzo y tranquilos con el resultado”. delantero. La historia podría haberse escrito de otro modo, pero al menos el único equipo chileno que sobrevive en la Copa Sudamerica­na cuenta con inmejorabl­es perspectiv­as de pasar a octavos de final, donde se mediría con el ganador de la llave brasileña de Figueirens­e y Flamengo.b

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