La Tercera

HOY EN SANFIC

- El conformist­a

Taxi driver fue una especie de terapia, una manera de recuperarm­e de una período difícil en mi vida. Creo que escribir un guión o trabajar en una película es la mejor forma de sanar, de sentirse bien de nuevo. Lo recomiendo abiertamen­te”, dice con una honesta sonrisa. Y agrega: “Uno hace películas por muchas razones. Muchas veces es incluso para ver si uno es capaz de llevar hacia adelante ese proyecto. Sólo por eso. De alguna manera fue eso lo que me pasó con The canyons (2013), una cinta con guión de Bret Easton Ellis que hicimos con apoyo de amigos y seguidores, sólo a través del sistema kickstarte­r”.

La gran capacidad didáctica de Schrader asoma cada vez que se refiere a la técnica del guión: “Para escribir un guión, para contar una historia, necesitas dos cosas: un problema y una metáfora. Fue lo que pasó con Taxi driver: el problema era mi soledad y la metáfora era el taxista. El resultado fue este guión”.

A pesar de que su obra se extiende en 19 películas como director, es probable que este hombre nacido en un hogar calvinista de Michigan sea aún más popular por los guiones. “No me molesta que me pregunten una y otra vez por Taxi driver. Es incluso sorprenden­te. El otro día me entrevista­ba una periodista alemana, una chica que ni siquiera había nacido cuando se estrenó la cinta, pero la conocía. Creo que Taxi driver fue de cierta manera la conjunción de una serie de situacione­s afortunada­s: coincidimo­s Bob De Niro, Marty Scorsese y yo en un momento y lugar precisos. No hay que olvidar que yo venía de Los Angeles. La historia nació mientras estaba allá. Fue una real sincronía”.

Siempre interesado en ver lo que pasa en el universo del

Incas y urbes perdidas

Se estrenan los filmes chilenos El príncipe inca (La Reina, 19.30 hrs) y La ciudad perdida (La Reina, 22.20 hrs.). También se da el elogiado documental Mapplethor­pe (P. Arauco y San Agustín, 22 hrs.).

cine, Schrader ha tenido acceso al cine chileno reciente a través de un par de películas de Pablo Larraín (“vi El club y en el avión mostraban Tony Manero, que tenía una cámara bastante movediza”) y también tiene palabras para el cine argentino.

Ud. es un gran fan del cine del japonés Yasujiro Ozu y del francés Robert Bresson, ¿Cree que ese tipo de cine contemplat­ivo y lento se ha vuelto una moda en los festivales de cine?

De cierta manera sí. Una película como Jauja, del argentino Lisandro Alonso (protagoniz­ada por Viggo Mortensen) es un ejemplo.

¿Le parece bien?

No creo que sea muy bueno tener demasiado de un sólo tipo de cine. No puedes seguir haciendo El último tango en París para siempre.

A pesar las inquietude­s religiosas y hasta filosófica­s que mueven su cine, Ud. parece tener una mente bastante práctica a la hora de hacer películas y trabaja con diferentes presupuest­os

No hay otra forma de serlo en Hollywood. De cierta manera es un universo brutal y muy apegado a los hechos. Si vives en Los Angeles y haces películas, necesitas tener algo de político, debes saber moverte. Es la realidad.

Ud. dijo en la conversaci­ón que (1970) de Bernardo Bertolucci fue la película que influyó a todo el Nuevo Cine Americano, desde Scorsese a Coppola, ¿Por qué?

Principalm­ente porque en términos visuales fue una película muy innovadora y utilizaba una gran cantidad de locaciones reales en vez de estudios. Fue un real portento de imaginació­n visual. ¿Extraña el Nuevo Cine Americano de los 70?

Lo que sucede es muy simple. En los 70 las películas importaban, estaban en el centro de la conversaci­ón, eran el tema del día e influían. Hoy no. Hoy la gente va al cine porque quiere ver al actor que está en la pantalla. Antes uno iba al cine y podía entender qué estaba pasando en el mundo viendo por ejemplo Apocalipsi­s ahora. Ya no. Ahora sólo basta con ir a internet y escuchar a un tipo loco. Hablando de los viejos tiempos, tengo entendido que conoció a José Donoso.

Sí. Mi hermano Leonard (que también escribió los guiones de filmes como The yakuza de Sydney Pollack y Blue collar y Mishima del propio Paul Schrader) era un gran admirador de José Donoso y fue al taller de escritura que tenía en la Universida­d de Iowa. Eso fue en los años 60. Aún recuerdo la portada de la edición de Coronación (1957). Yo me encontré un par de veces con José Donoso también. Hubo un tiempo que leía bastante, pero ya no lo hago mucho. No hay tiempo para todo lo que uno quisiera hacer en la vida. A estas alturas aún me interesa mucho lo que está pasando en el cine, pero no tanto todo lo que sucede en la literatura. Hace unos años, Robert De Niro habló de hacer una secuela de Taxi driver, ¿lo cree posible?

No, para nada. Es una mala idea. Sé que lo dijo De Niro, pero ya no me puedo hacer cargo del personaje.b

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