Frank Ocean vuelve a romper los paradigmas de la industria
Tras acabar con el molde heterosexual del hip hop anglo, el último álbum del solista impulsa una nueva batalla discográfica.
Después de cuatro años encabezando prácticamente todas las listas de los discos más esperados, Frank Ocean decidió romper su silencio la semana pasada con el estreno de Blonde, su segundo álbum de estudio y sucesor del aclamado Channel orange (2012). Si aún quedaban algunos que no tenían en el radar al enigmático rapero de Louisiana, éste se preocupó de que su regreso no pasara inadvertido con un trabajo a la altura de las expectativas: un portentoso LP de 17 canciones plagado de colaboraciones estelares y piezas memorables, que además de los aplausos de fanáticos y críticos ya muchos categorizan de hito.
Los más atentos lo captaron el sábado pasado, cuando Blonde vio oficialmente la luz, en exclusiva -hasta hoypor el servicio de streaming Apple Music. El álbum no traía ninguna mención a Def Jam, la casa discográfica del artista, pero sí a Boys Don’t Cry, sello independiente de Ocean, lo que dio entender que el cantautor negoció directamente con Apple.
Una movida inédita, que ha destapado la tirante relación que han sostenido en el nuevo siglo compañías discográficas y plataformas de streaming. Y aunque por ahora ninguno se ha referido al tema, lo ocurrido ya tuvo una primera gran consecuencia: Universal Music, la multinacional dueña de Def Jam, habría decidido terminar con la cuestionada práctica de lanzar discos en exclusiva por determinada compañía de streaming. Un cambio relevante, además, si se considera que estrellas anglo de la talla de Taylor Swift y Kendrick
Lamar son parte del catálogo de Universal o sus filiales, y que pone en jaque la estrategia que otras firmas, como Tidal, han hecho con los lanzamientos de Rihanna y Kanye West.
“Lo más probable es que ahora, en un nuevo intento para sobrevivir, los sellos terminen poniéndose del lado de los fans que quieren tener su música disponible en todos los medios posibles”, anticipaba esta semana The Verge, en una de las muchas reseñas que la prensa norteamericana ha hecho sobre la