La Tercera

En defensa de Pokémon Go

- Rodrigo Por Guendelman

aplicación Pokémon Go ha sido descargada más de un millón de veces. Y en el mundo, supera las cien millones de descargas. Un éxito. Un hit. Y no, la explicació­n no es que una horda de muertos vivientes que reemplazó a Google por Dios decidió que éste era el juego del mes. La razón del impresiona­nte triunfo de este invento japonés es muy diferente. Y beneficios­o. Y estimulant­e. Pokémon Go te hace caminar, te invita a recorrer la ciudad, te estimula culturalme­nte al obligarte a mirar y conocer esculturas y monumentos que quizás jamás ibas a ver en tu vida, te hace recorrer plazas y parques, te junta con gente, con mucha gente que está haciendo lo mismo que tú. Pokémon Go es un tremendo invento para hacer que los ciudadanos conozcan el lugar donde viven. Además, tiene una conexión emocional muy fuerte con una generación que es hija de la serie de televisión del mismo nombre. Y, por supuesto, implica pasar etapas, avanzar, ganar, competir. Acabo de tener mi primera experienci­a y no pudo ser más positiva. Bajé la aplicación mientras caminaba por Providenci­a y, después de cazar mi primer pokemon, noté que el Parque de las Esculturas era una gran fuente de pokeparada­s, es decir, de lugares para reabastece­rse de municiones para seguir cazando. De hecho, dos de las más lindas esculturas del parque, Estela monumental, de Samuel Román, y Nubes cósmicas, de Cristina Pizarro, me entregaron una buena cantidad de suministro­s, mientras en la pantalla de mi celular aparecía la foto de las obras de arte y su respectivo nombre. ¿Se dan cuenta? Bajo la primera capa de un juego donde el objetivo es capturar monitos, Pokémon Go te abre una segunda capa, es decir, un mundo de conocimien­to acerca de edificios emblemátic­os, localizaci­ones históricas, obras de arte público (no sólo esculturas, también murales, grafitis artísticos y hasta fuentes de agua) y todo lo que implique un interés cultural. Genial, ¿no? Tanto como este otro dato: la gente se está organizand­o en todo el mundo para hacer las “Pokémon Go Walks”, es decir, caminatas en grandes grupos para atrapar pokemones. Usan los pies para atravesar la ciudad, recorren distancias y queman calorías, algo imprescind­ible en un país como el nuestro, donde las tasas de sedentaris­mo así como de obesidad son altísimas. Y, además, ayudan a romper esa barrera llamada desconfian­za que tan mal nos hace a los chilenos. Hay más. Como se trata de un juego con capacidad de recibir retroalime­ntación de sus usuarios, son los propios jugadores los que van generando una gran cantidad de datos sobre las ciudades. “El número de lugares designados como de interés para y por los jugadores aumenta cada día”, explica un artículo de Plataforma Urbana, donde además muestran un mapa de “Pokeparada­s de Santiago” con cientos de lugares interesant­es, cada uno con su respectiva foto y descripció­n. Sobran los argumentos para celebrar a Pokémon Go, un juego notablemen­te ciudadano y bastante deportivo. Lo que falta es tener más confianza en nuestros jóvenes y saber de lo que se habla, en vez de pontificar desde la melancolía senil.

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