También abajo del ring
Alguna vez fue una práctica vinculada casi exclusivamente al mundo popular, pero hace algunos años el boxeo irrumpió transversalmente en gimnasios gracias a que comenzó a valorarse también por su alta efectividad como acondicionamiento físico. Se corrió la voz de que era ideal para esculpir el cuerpo, entretenido de practicar (la solución para esos que pagan el gimnasio y nunca van) y aparecieron también versiones orientadas más al entrenamiento que al ring, con nombres compuestos como boxercise o boxfit.
“El trabajo en cuanto a lo físico es muy completo”, dice el ex boxeador Gonzalo Fuenzalida, hoy profesor en Club Ringo (lugar que abrió hace poco en el Parque Araucano), conocido por tener entre sus propietarios a los actores Gonzalo Valenzuela y Diego Muñoz. Allí tienen tres tipos de clases: una enfocada en la preparación física, otra intermedia con aspectos técnicos del boxeo y otra avanzada que incluye subirse al ring a hacer sparring, como se le dice a simular una pelea. Además de boxfit, ofrecen kickboxfit (del kickboxing), que dice que atrae especialmente a las mujeres por el trabajo de piernas.
Usan el timing de los rounds de boxeo para los entrenamientos: tres minutos de ejercicios intensos seguidos de uno de descanso. Fuenzalida destaca también la experiencia que tiene el boxeo en hacer bajar y mantener el peso de las personas. “Como en los deportes de contacto se compite por categoría, te obligan de cierta manera a tener un control de gasto energético y de ingesta de comida”.
Subraya que estos nuevos lugares de boxeo han roto el mito de que este deporte es para gente violenta, con clases orientadas a todo tipo de personas y con profesores preocupados de lo que quiere priorizar cada alumno.T