Visita del canciller iraní a Chile
LA GIRA que el canciller de Irán realiza por América Latina contempló a Chile, además de Cuba, Nicaragua, Ecuador, Venezuela y Bolivia. De acuerdo con el funcionario iraní, el motivo de esta gira es “fortalecer lazos políticos y económicos” con la región.
Desde que Irán alcanzó el año pasado un acuerdo con Estados Unidos y otras cinco potencias para limitar severamente su programa nuclear —lo que permitió levantar todas las sanciones económicas que pesaban sobre dicho país—, la nación ha comenzado un gradual proceso de integración política y comercial. Este paso permitió una cierta distensión en una zona altamente convulsionada, pero no ha impedido que el régimen iraní continúe con prácticas atentatorias en contra de minorías y en general reñidas con los valores que Occidente promueve; tampoco se ha despejado la sospecha de que el gobierno iraní continúa brindando respaldo y apoyo a grupos altamente radicalizados.
En ese contexto, la visita oficial del canciller iraní resulta extraña —la que incluso contempló una reunión privada con la Presidenta de la República—, y sin mayor justificación. Es decidor que la gira por América Latina contemple sólo a los países miembros del ALBA, en torno a la cual orbitan los países afines al chavismo, del cual Irán ha sido aliado incondicional. La Cancillería chilena ha explicado que si bien ambos países mantienen fuertes diferencias en algunos planos —en particular sobre derechos humanos—, ello no es incompatible con la idea de profundizar las relaciones comerciales y buscar caminos de entendimiento.
Es discutible, sin embargo, la conveniencia que podría representar para Chile estrechar vínculos con el gobierno iraní, cuando ello no parece indispensable ni desde un punto de vista comercial ni tampoco geopolítico. Sería preferible que en la política exterior se evitaran estas señales confusas y se privilegiaran las alianzas con aquellos países con los que existe una genuina comunión de intereses.