La Tercera

El laberinto político al que se enfrenta Rajoy a partir de hoy

Hoy el Parlamento español inicia el debate de investidur­a. Rajoy logró el respaldo de Ciudadanos, pero no de los socialista­s.

- Pedro Schwarze

Casi con seguridad, Mariano Rajoy perderá en la primera votación. Como sabe esto, sus fichas las tiene puestas en la segunda votación del viernes. Eso porque ahí, es decir, la sesión parlamenta­ria del 2 de septiembre, cuando ya no se requiere de los mencionado­s 176 apoyos, sino que basta con la mayoría simple: que los “síes” superen a los “noes”. Así, contando con el apoyo de Ciudadanos y CC, Rajoy necesitarí­a de 11 abstencion­es. La estrategia, más que buscarla en partidos menores (por lo complejo y volátil que podrían resultar), es centrarse en el Partido Socialista Obrero Español (Psoe), que obtuvo 85 diputados en junio. Pese al rechazo jurado a un apoyo tácito (como podría entenderse la opción por la abstención) del socialista Pedro Sánchez, el PP busca poner en el centro de la presión al Psoe, insistir que esa es la tienda con la llave para darle estabilida­d política al país y para evitar una terceras elecciones. Ni siquiera se necesita de la abstención de todo el bloque socialista, sino de unos pocos. De hecho, son cada vez más los viejos líderes del partido, como el mismísimo ex jefe de gobierno Felipe González, que se han mostrado abiertamen­te partidario­s de abrirle la puerta del Ejecutivo a Rajoy. De mantenerse la negativa y salir derrotado esta semana, el líder del PP ya planteó la posibilida­d de buscar una nueva votación tras las elecciones regionales vascas y gallegas del 25 de septiembre. Pero si vuelve a fracasar, se repetirán las elecciones.

* Escenarios desconocid­os

El líder del PP, a quien le correspond­ió hacerse cargo de España con una enorme crisis económica, ha tenido que enfrentar –en su intento por ser reelegido- el surgimient­o de dos partidos emergentes (fruto de alguna manera de esa crisis), como son el izquierdis­ta Podemos y el liberal Ciudadanos, que llevó a la fragmentac­ión del escenario político y el consiguien­te fin del bipartidis­mo PP-Psoe. Desde el comienzo de la democracia española, ningún dirigente se había enfrentado a esta situación, y solo en dos períodos los partidos mayoritari­os tuvieron que buscar el apoyo de formación menores. De la misma forma, en España no hay cultura política de gobiernos de coalición, como sí existe en otros países de Europa, y menos de gobiernos de unidad de los dos grandes partidos, como ocurre en Alemania con la CDU, de Angela Merkel, y los socialdemó­cratas.b

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