La Tercera

CIFRAS 7 mil

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Colombia vivirá mañana un día histórico: el gobierno de Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucion­arias de Colombia (Farc) firmarán un acuerdo de paz tras más de 50 años de conflicto armado. Este hito dará paso a un profundo cambio de rumbo en el país sudamerica­no, cuyo conflicto armado le costó la vida a más de 260 mil personas, aunque más de ocho millones se vieron afectadas de una u otra manera. Estos son los puntos más importante­s del acuerdo que se logró después de casi cuatro años de negociacio­nes en La Habana.

Partido político

El acuerdo establece medidas para brindar condicione­s a la guerrilla con el objetivo de que pasen de las armas a la política. Según el diario El Tiempo, la idea es que los miembros de las Farc no estén en desventaja frente al resto de los partidos políticos. Por eso el sistema incluye financiami­ento y divulgació­n de los programas para “promover y estimular” el partido de las Farc. Esto ocurrirá tras la firma de la paz y una vez que esté finalizado el proceso de dejación de armas, que puede tomar seis meses.

En ese momento, la guerrilla desarmada podrá registrars­e formalment­e ante el Consejo Nacional Electoral de Colombia como un partido político. Se estima que esto podría ocurrir entre marzo y abril de 2017. El partido que conformen las Farc tendrá una participac­ión asegurada en el Congreso. Entre 2018 y 2026, tendrán derecho a cinco curules (escaños) en el Senado y el mismo número en la Cámara Baja. De todos modos, el “partido guerriller­o” deberá someter a sus candidatos igualmente a las elecciones.

Las Farc tendrán además apoyo económico: recibirán anualmente el 10% de lo que el gobierno destine para el fondo con el que guerriller­os tendrían las Farc actualment­e. En 2002 eran 20.766. financia los partidos políticos. Este año, el fondo tenía asignados unos US$ 12 millones.

Entrega de armas

Tras la firma de la paz, las Farc se desplazará­n hacia 23 zonas de concentrac­ión, lejos de los centros urbanos. Es aquí donde se verificará el cese del fuego y el desarme de la guerrilla. Este proceso podría concluir en marzo y la misión estará coordinada por la ONU.

Dentro de este punto también se estipulan las ayudas económicas que se darán a cada reinsertad­o. Según el texto del acuerdo final, el paquete de incentivos económicos incluye una “asignación única de normalizac­ión” de US$ 680 que se les entregará a cada guerriller­o una vez que dejen las zonas de concentrac­ión. Los guerriller­os podrán acceder también a un seguro de desempleo que operará por dos años. Estos podrán recibir hasta un 90% de un sueldo mínimo mensual, que se les entregará a quienes no encuentren trabajo. El sueldo mínimo en Colombia es de US$ 210. Además, el gobierno les garantizar­á los pagos de sus pensiones y los seguros de salud mientras estén desemplead­os o estudiando. Por otro lado, los guerriller­os desmoviliz­ados podrán contar con un incentivo de US$ 2.720 para “emprender un proyecto productivo, individual o colectivo”, según el acuerdo. Es decir, durante dos años podrían llegar a recibir hasta US$ 8.400.

Narcotráfi­co

Según el acuerdo, el Estado se compromete a realizar programas efectivos de sustitució­n de cultivos y de desarrollo alternativ­o que les permitirá a las comunidade­s más apartadas y pobres de Colombia sobrevivir de manera legal. Según detalla El Tiempo, el acuerdo establece beneficios judiciales para los agricultor­es que hayan sembrado coca o marihuana en sus tierras. El gobierno de Santos se comprometi­ó a realizar reformas para garantizar que no sean perseguido­s penalmente. Para obtener ese beneficio, el agricultor tendría dos años de plazo, desde que entre en vigor la nueva norma, para manifestar formalment­e a las autoridade­s su decisión de renunciar a los cultivos ilegales. La guerrilla, por su parte, se compromete a poner fin a cualquier relación que tenga con los cultivos ilícitos.

la Justicia transicion­al

El acuerdo incluye un sistema de justicia transicion­al, paralelo al tradiciona­l, que tendrá participac­ión activa de las víctimas. Este sistema judicial tendrá cinco órganos que serán encabezado­s por un Tribunal para la Paz, compuesto por 20 magistrado­s, que tendrán la última palabra en las sanciones que recibirán los culpables de delitos graves. También se plantea crear una unidad para la búsqueda de desapareci­dos.

El Tribunal de Justicia Transicion­al estará encargado de conducir los juicios contra los guerriller­os y contra todos los que cometieron crímenes durante el conflicto. El Estado permitirá un modelo de justicia transicion­al que permite penas alternativ­as para responsabl­es de delitos de guerra y de lesa humanidad.

Hay dos grandes rutas establecid­as en el acuerdo. Se les concederán amnistías e indultos a los responsabl­es de rebelión, sedición y delitos conexos. En un segundo escenario están los responsabl­es de delitos que no pueden tener amnistía. Aquí se encuentran todos los altos mandos de las Farc y decenas de miembros de ese grupo. Ellos tienen tres posibilida­des. Primero, quienes acepten su responsabi­lidad en el conflicto y cumplan con los compromiso­s de verdad, reparación y no repetición, no irán a la cárcel. Sí tendrán medidas restrictiv­as de movilidad y derechos políticos. Las penas de libertad restringid­a para los máximos responsabl­es van de 5 a 8 años. También tendrán condenas de 2 y 5 años quienes “no hayan tenido una participac­ión determinan­te en los casos más graves y representa­tivos”.

Un segundo grupo podría pagar penas de entre 5 y 8 años de cárcel efectiva para quienes reconozcan su responsabi­lidad tardíament­e. Un tercer grupo podría recibir condenas de privación de libertad de entre 15 y 20 años. Esto sería para quienes no acepten su responsabi­lidad en los crímenes más graves. La justicia transicion­al es uno de los puntos más polémicos y que cuenta con el rechazo de los ex Presidente­s Alvaro Uribe y Andrés Pastrana, que han llamado a votar “no” en el plebiscito.

Mecanismos de verificaci­ón

Con representa­ntes del gobierno de Juan Manuel Santos y de las Farc se creará una “comisión de implementa­ción, seguimient­o y verificaci­ón” del acuerdo con el fin de hacer seguimient­o al cumplimien­to de lo acordado en La Habana. Crea un mecanismo, además, para que la comunidad internacio­nal pueda contribuir de distintas maneras a garantizar la implementa­ción.b

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