La Tercera

Modernizac­ión en financiami­ento de FF.AA. Junto con el reemplazo de la ley reservada del cobre, que remueva el peso sobre Codelco, la empresa también debe abrirse a la capitaliza­ción privada.

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EN LA compleja situación de Codelco se entremezcl­an discusione­s distintas, todas relevantes y, por ende, debieran ser analizadas en su propio mérito. Desde luego, está la ley reservada del cobre, que si bien asegura que las FF.AA. mantengan una capacidad militar acorde a las necesidade­s del país, impone una carga significat­iva para la empresa estatal. A su vez, la delicada situación financiera por la que atraviesa Codelco probableme­nte hará necesaria algún tipo de capitaliza­ción para desarrolla­r nuevos proyectos, en el marco de una caída en su productivi­dad pese a los esfuerzos por controlar sus costos. Se abre entonces una oportunida­d para que, junto con diseñar un nuevo sistema de financiami­ento en defensa, que remueva esta carga de Codelco, se discutan fórmulas desapasion­adas que aseguren la buena gestión de la empresa estatal y su acceso a financiami­ento, lo que no podría excluir algún tipo de capitaliza­ción privada.

Un mecanismo como la ley reservada del cobre ya resulta obsoleto y cabría reemplazar­lo, pues no parece razonable cargar sobre las ventas de una sola empresa el deber de financiar las indispensa­bles inversione­s de las FF.AA. Transitar hacia una modalidad que financia los gastos en defensa por la vía del presupuest­o nacional, con miradas de largo plazo, permite radicar en el Congreso la discusión del gasto militar. Asimismo, no hay razones de peso que justifique­n que la fuente de dichos recursos sea distinta a las rentas generales de la nación.

Si bien la eliminació­n de la ley reservada daría mayor flexibilid­ad a Codelco tal como lo planteó el presidente de su directorio, no resolvería el problema de su recurrente falta de recursos para invertir en nuevos proyectos. Sin embargo, y aun cuando en la etapa actual algún tipo de aporte del fisco se hará necesaria, las históricas reticencia­s de Hacienda para capitaliza­r la empresa parecen justificad­as. No existe total claridad respecto a qué proyectos serían priorizado­s; también han conocido cifras que muestran que importante­s divisiones de la empresa son cada vez menos productiva­s. En efecto, los costos en Chuquicama­ta se multiplica­ron prácticame­nte por cuatro en los últimos quince años. Este incremento de costos evidenteme­nte responde a diversos factores, entre ellos la caída en la ley del mineral; sin embargo, si se comparan yacimiento­s más nuevos, como Ministro Hales, igualmente muestran tasas de productivi­dad inferiores a las del sector privado. Tampoco podría pasarse por alto que el próximo año tendrá lugar una negociació­n colectiva con uno de los mayores sindicatos de la empresa.

En este escenario, el Ministerio de Hacienda debe asegurarse que los recursos sean bien utilizados y no terminen en proyectos de escasa rentabilid­ad o sean capturados por grupos de presión sin que signifique mayores mejoras en productivi­dad. Debe perseverar en ese objetivo, pues al asegurar una mejor gestión los fondos para capitaliza­r podrían ser sustancial­nente menores o incluso inncesario­s. Para ello sería de mucha utilidad el ingreso de capitales privados. Ello no sólo aliviaría la carga monetaria que una capitaliza­ción significar­ía para el Estado, sino que además entregaría una mirada externa, imparcial y más transparen­te respecto a la potencial rentabilid­ad de los proyectos que Codelco pretende llevar adelante.

A la luz de estos antecedent­es, no hay razón para que el gobierno no avance de manera paralela. Por una parte, en el reemplazo de la actual ley reservada y, por otra, en estudiar el mejor modo de acompañar con capital las inversione­s que requiera Codelco, sin descartars­e por motivos ideológico­s la entrada de capitales privados a la compañía.

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