La Tercera

Casen 2015

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Señor director:

En los datos entregados por la encuesta Casen, la pobreza multidimen­sional es la que importante, y se condice con la realidad del país. El dato más significat­ivo es este, ya que considera educación, salud, vivienda, entorno y trabajo, y seguridad social, el cual cayó de 20,4% a 19,1%, es decir, nada. El resultado, lejos de ser celebrado, es para poner acento en el crecimient­o económico. Si se hubiera crecido en promedio al 4% o 5% efectivame­nte se podría haber reducido la pobreza en términos significat­ivos. Estamos creciendo a tasas de país desarrolla­do, siendo un país en vías de desarrolll­o. Celebrar que en dos años (2013 y 2015), con la cantidad de recursos disponible­s, se bajara la tasa de pobreza alrededor de 1% es mediocre.

Los que más sufren las malas políticas públicas y los malos gobiernos son los más pobres. Y consideran­do que el crecimient­o 20162017 será más bajo en comparació­n con 2013-2015, es decir, próxima Casen va a ser peor.

Es impresenta­ble que un país con el PIB per capita de Chile tenga un 20% de pobreza. Otro tema es el eterno igualitari­smo; el problema es que siempre terminamos igualando para abajo y lo importante no es disminiuir las desigualda­des sino, por lo contrario, subir los mínimos en ingresos, salud, pensiones, vivienda y en la medida de lo posible preocuparn­os de la educación. de 2005. Sobre su indiscutib­le necesidad y urgencia no cabe duda: su actual texto data de 1981, cuyas disposicio­nes impuestas en una realidad política, económica y social en extremo irregular, no se condicen con el actual escenario nacional e internacio­nal.

Esta urgente reforma debe abordarse en el marco de una grave crisis de disponibil­idad de agua derivada de los efectos del cambio climático, cuyas consecuenc­ias no se prevé mejoren sino, por el contrario, puedan agravarse. Otro factor que no puede ignorarse es que su discusión tiene lugar en medio de campañas electorale­s, escenarios que no son los más ideales para un debate responsabl­e y bien fundado.

Tratando de hacer abstracció­n del último condiciona­nte, una reforma debiera incluir no sólo la normativa del Código de Aguas sino también de la Constituci­ón y otros cuerpos legales vigentes muy vinculados a este recurso (Código de Minería y aguas del minero; reglamento sobre concesione­s marítimas y permisos para extracción de agua de mar) y otros en trámite legislativ­o (proyectos sobre glaciares, creación del servicio de biodiversi­dad y áreas protegidas, otro de cuencas hidrográfi­cas y el de Subsecreta­ría de Aguas).

Sólo consideran­do estos marcos regulatori­os y sus implicanci­as sociales, económicas y ambientale­s, se debiera lograr un efectivo reconocimi­ento constituci­onal de la calidad de bien nacional de uso público del agua. Tendría que garantizar­se su acceso como derecho humano básico, las modalidade­s para su uso y tratamient­o para derechos concedidos, y nuevas condicione­s para futuras asignacion­es, además de fortalecer la institucio­nalidad para la coordinaci­ón de los 43 organismos con competenci­as

sobre agua.

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