Abstención electoral
Señor director:
Muchos tienden a dar a la abstención electoral un significado único de protesta hacia la política institucional y a los actuales mecanismos de representación.
Coincidiendo con algunos analistas, considero que esa explicación simplista no da cuenta de la segmentación de motivaciones de los que no votan.
Por un lado están los indiferentes a la participación política porque estiman, positiva o negativamante, que nada cambiará en sus vidas independiente de las opciones que resulten mayoritarias; son quienes sólo se movilizan por su vida privada, que no se inscribieron en el período del voto obligatorio y probablemente no votarán en sus vidas.
Por otra parte están los que se han sentido convocados en el pasado por la participación y el mecanismo electoral, pero que hoy se encuentran desilusionados del actuar de sus representantes, porque estiman que han traicionado a sus electores a cambio de responder a intereses elitistas y a grupos de poder.
Por último, existe un grupo significativo de ciudadanos que se movilizan por causas específicas (educación, medio ambiente, sistema de AFP, etc.) que efectivamente manifiestan rechazo al sistema político institucional, ya que sienten que está capturado por una capa oligárquica que nunca los representará.
Dada esta realidad, tenemos la oportunidad de dar expresión orgánica a los dos últimos grupos y generar una disrupción en la estructura de representación. Quienes sepan interpretar a esa parte de los que se abstienen podrían provocar una sorpresa real en las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias.
Señor director:
Hay una frase atribuida a Martin Luther King que dice “nuestra vida comienza a terminar el día que guardamos silencio sobre las cosas que importan”.
Con tristeza quienes participamos como vocales en las elecciones municipales, vimos que gran parte del padrón electoral guardó silencio respecto de sus preferencias. ¿Indiferencia política? ¿Castigo a una clase dirigente que parece haber perdido toda conexión con sus electores? Me aventuro a dar una respuesta: ni el gobierno, ni los medios, ni los partidos políticos fueron capaces de convencer que, más allá de las preferencias, ejercer el derecho a voto sí importa; explicar que tras marcar una u otra preferencia es posible generar cambios que influyen directamente en nuestra vida.
Una buena o mala gestión en la administración comunal puede cambiar nuestro entorno de manera radical: el barrio, la calidad del trabajo, la seguridad, el valor de la vivienda, los espacios de recreación o de participación, la educación municipal, etc. En definitiva, no pudieron transmitir que dejar que otros decidan –por malas que nos parezcan las opciones disponibles– es como dejar que otros decidan cómo debo administrar y en qué gastar mi sueldo.
La abstención no solo es reflejo de que como ciudadanos hemos guardado silencio, sino también de que la clase política y el gobierno fallaron en comunicar lo que importa: las decisiones que tomen quienes gobiernan tendrá impacto en nuestra vida. Ignorarlo es, refraseando a Luther King, una forma de morir. ahorros previsionales.
Por eso cuando algunos opinan que se está beneficiando sólo a los empleados del sistema centralizado del Estado, están equivocados.