La Tercera

Alfabetiza­ción y comprensió­n lectora

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Señor director:

Hace medio siglo Chile tenía uno de los peores niveles de desnutrici­ón infantil de América Latina, y ahora tiene el menor de todos los países de la región. El porcentaje de niños (06 años) con algún grado de desnutrici­ón se redujo de 37% en 1960 a 3,7% en 2002 gracias al trabajo del equipo de la Corporació­n para la Nutrición Infantil (Conin).

En educación, el analfabeti­smo es un problema con caracterís­ticas similares; pese a ello no se ha enfrentado con un equipo que ofrezca “credibilid­ad y confianza basadas en antecedent­es científico-técnicos” que tuvo Conin.

En 1994 se informó que un 40% de los alumnos de 4º grado no entendía breves mensajes escritos y un grupo de educadores internacio­nales (convocados por Unesco) recomendó cambios aprobados por unanimidad en una comisión presidenci­al. Pero solo se extendió el año escolar de 600 a 1000 horas y se elevó el salario de los docentes.

Los docentes siguen sin informes de la efectivida­d de los textos y sin grabar clases para ver cómo mejorarlas. Los nuevos maestros no conocen las brechas en el vocabulari­o de sus alumnos en 1° grado o el impacto del leer en relación a escuchar. Muchos directores no asignan al 1° grado a sus mejores profesores para enseñar a leer. El informe Ials-OCDE (2000) muestra que la mayoría de los adultos no tiene el nivel funcional de lectura requerido para participar en una sociedad moderna.

Los últimos 20 años Chile no ha avanzado en caracteriz­ar el problema. Se menciona que hay acceso universal, que todos los profesores tienen formación docente, que solo el 5% de los alumnos repite y el 96% de los encuestado­s en el Censo declara ser alfabeto. Pero no se analizan las pruebas nacionales e internacio­nales que muestran que la mayoría no entiende lo que lee.

En resumen, el país no percibe la magnitud del problema, por lo que no le asigna prioridad. Hasta el momento los candidatos a la presidenci­a o próximo Congreso no generan propuestas para enfrentar este problema, y tampoco hay un equipo apropiado en el Mineduc. en la frontera israelí o hemos sufrido la deportació­n solo por querer visitar Palestina, práctica que ha aumentado en los últimos años. ¿Acaso es un problema querer visitar la tierra de nuestros antepasado­s?

Hemos solicitado a Cancillerí­a que adopte medidas de protección para nuestros connaciona­les que se aventuran a visitar Palestina ocupada, pero no hemos tenido éxito. Pero vemos con impotencia que nuestro país abre las puertas a ciudadanos israelíes, sin filtro alguno.

Pedimos algún grado de reciprocid­ad o firmeza de nuestras autoridade­s en la protección de la dignidad de sus ciudadanos, lo que es obligación básica de todo Estado.

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