La Tercera

Homenaje a Fidel Castro

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Señor director:

Todos los muertos merecen respeto, pero de ahí a homenajear a Fidel Castro el camino es muy largo. Accedió por la fuerza en 1959, sojuzgó a su pueblo y le impuso un severo régimen de privación de libertades personales en nombre de una sociedad feliz. ¿Es posible declararse demócrata y alabar a quien se encargó de escribir en el artículo 5° de su Constituci­ón que el Partido Comunista de Cuba, martiano y marxistale­ninista, vanguardia organizada de la nación cubana, es la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado, que organiza y orienta los esfuerzos comunes hacia los altos fines de la construcci­ón del socialismo y el avance hacia la sociedad comunista? No puede haber más distancia entre la genuina libertad y esas palabras escritas en piedra.

No obstante, algunos aquí, en el seno de las institucio­nes republican­as, le rinden pleitesía.

Está bien, dirán algunos, somos libres de escoger nuestras idolatrías. Pero el rol de Castro en los sucesos más desgraciad­os de nuestra historia, y el daño que causó a la izquierda son cuestiones que los dolientes chilenos debieran meditar antes de derramar lágrimas en su nombre. Los partidos de la coalición gobernante debieran ser más cuidadosos y escrutar con sentido de la crítica el comportami­ento divisorio que Fidel incitó desde La Habana, que causó contradicc­iones insalvable­s en la UP y nos llevó al derrumbe de la institucio­nalidad.

Que la muerte de Castro y el Premio Nobel a Bob Dylan coincidan en el tiempo quizá no es cuestión de azar. En 1962, mientras Castro se transforma­ba, con sus amenazas y bravuconad­as, en actor principal de la crisis de los misiles entre Estados Unidos y la Unión Soviética, Dylan nos advertía en A Hard Rain’s Gonna Fall que lo peor, la guerra nuclear, se nos estaba por venir. Al final no hubo enfrentami­ento porque primaron el miedo y la sensatez.

Cincuenta y cuatro años después, esperemos que esa lluvia tan dura deje de caer sobre los cubanos, y que, para estos, más temprano que tarde, llegue la libertad.

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