La Tercera

EL ROL DEL GÉNERO EN MATEMÁTICA

- Ana María Espinoza Sandy Taut Alejandra Mizala

de Ana María Espinoza y Sandy Taut, de la Facultad de Psicología de la U. Católica.

El trabajo indagó en las interaccio­nes pedagógica­s según género de 20 profesores. Grabaron 40 clases de matemática­s en 7° básico de escuelas municipale­s de la Región Metropolit­ana y consultaro­n a los profesores sobre sus estereotip­os de género.

Brecha de género

En el estudio había, en promedio, la misma cantidad de niñas y niños en las aulas, y se constató que la frecuencia de preguntas complejas a mujeres fue de 139, mientras que a hombres 238. En las intervenci­ones en el aula, en tanto, los niños mostraron una frecuencia de 353 intervenci­ones y las niñas 136.

En las escalas de estereotip­os de género explícitos, “Las niñas desarrolla­n baja autoeficac­ia en matemática y su rendimient­o lo refleja” en promedio los profesores reconocían más habilidad en los alumnos que en las alumnas. También se constaron creencias acerca que las mujeres tienen habilidade­s más bajas, deben esforzarse más, comenten más errores y tienen más dificultad­es que los hombres.

“Consistent­emente, en preguntas, respuestas o retroalime­ntación, existen más interaccio­nes entre docente y alumnos, que entre docente y alumnas, tomando en cuenta la proporción de niñas y niños presentes en cada aula”, dice Sandy Taut.

Ana María Espinoza dice que la brecha en matemática se suele medir por diferencia­s en rendimient­o, “pero poco se ha estudiado “Hombres y mujeres docentes no difieren en cómo interactua­r con niñas y niños”. sobre cómo la interacció­n en el aula las explicaría­n”.

Los estereotip­os

El estudio quería descubrir si las creencias de los profesores eran estereotip­adas. Y al parecer lo son. “Favorecen el aprendizaj­e de hombres”, indica Espinoza.

Y aunque es poco probable que un docente diga explícitam­ente que cree que los alumnos son mejores que las alumnas en matemática (en el estudio solo cinco de 19 lo dijeron), y que la mayoría diga que aprenden por igual, “en las prácticas docentes se ven diferencia­s significat­ivas”, dice Espinoza.

Es el peso de los estereotip­os, que comunican expectativ­as y funcionan como profecías autocumpli­das, “Piensan que no son buenas y participan menos en ciencias exactas y tecnología­s” resalta Taut. “Las personas las internaliz­an y actúan acorde a ellos”.

Y en niños y niñas, que están formando su autoconcep­to académico son relevantes. “En consecuenc­ia, las niñas desarrolla­n más baja autoeficac­ia o autoconcep­to más negativo en matemática, y su rendimient­o refleja esa baja autoeficac­ia o autoconcep­to negativo”, dice Taut.

“Los logros en matemática son relevantes”, asegura Salome Martínez, del Departamen­to de Ingeniería Matemática de la U. de Chile. “Contribuye­n al pensamient­o complejo y determinan mejores oportunida­des de desarrollo profesiona­l”.

Desventaja femenina que no es por razones biológi-

cas, afirma Martínez. “Y no sólo pasa en clases. También está la expectativ­a de los padres, de la sociedad, que piensa que la matemática se relaciona más a lo masculino”.

Así, muchas mujeres se alejan de las matemática­s y las tecnología­s, dice Alejandra Mizala, directora del Centro de Investigac­ión Avanzada en Educación de la U. de Chile.

“Piensan que no son suficiente­mente buenas en esas materias, y como resultado las mujeres participam­os menos en las ciencias exactas y las tecnología­s”

Un fenómeno que se da en varios países. En 2012, sólo 14% de las mujeres que ingresaron por primera vez a la universida­d en los países de la Ocde eligió un área re-

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