La Tercera

Las estrellas se alinean

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Chris Vorpahl fue a los Juegos Olímpicos a mirar. A mirar vóleibol, que es su pasión. Asistió al Maracanazi­nho y lamentó que Chile tuviera bajas posibilida­des de estar ahí, jugando seis por lado; fue a Copacabana también y ahí la picó el bicho. Ahí decidió que intentaría llegar a una cita olímpica, como cuenta, en el volley playa.

Fabianne Boogaerdt es brasileña, pero por poco tiempo más. Ya lleva cinco años en Chile y tras haber decidido volver a practicar el vóleibol playa se le fueron abriendo las puertas para intentar defender a Chile en unos Juegos Olímpicos. La nacionaliz­ación es un trámite.

Son dos historias que, felizmente, están ligadas. Está bien saca- da la cuenta, es una suma: la más exitosa exponente nacional del vóleibol piso se aleja de esas canchas para unirse a una ex selecciona­da de beach volley de Brasil. Esa es la suma. El resultado está en espera y se trata de una clasificac­ión a los Juegos Olímpicos de 2020.

Vorpahl tiene 26 años, 1,81 de altura, cuatro títulos nacionales, presencia en seleccione­s, la medalla de plata en los Juegos Odesur de Santiago 2014, un paso por Indonesia (“terrible experienci­a”, dice) y la temporada pasada fue campeona con Villa Dora del torneo argentino, un logro que no repetirá, pese al llamado de los transandin­os para regresar.

La decisión está tomada, el piso es parte del pasado como proyección, aunque segurament­e seguirá defendiend­o a Boston College en los breves torneos nacionales y a la Universida­d Andrés Bello, donde estudia Educación Física.

“Siento que cumplí un ciclo y es lo que me dice también mi familia. Hay nuevas jugadoras con talento”, señala.

El motivo de la partida son las lesiones: “Ya me duele todo, soy operada de rodilla, me duele la espalda, tengo el hombro reventado. El volley de playa tiene menos impacto, más posibilida­des de juego, no tanto ataque fuerte, hay lesiones, pero se pueden sobrelleva­r”.

No es lo único. Asegura que el sistema de concentrac­iones ya no va con ella. “El volley playa tiene otro clima, en el ‘seis’ no se puede salir, te mandan a acostar, es todo muy estructura­do. En playa, si te va a ver tu mamá, sales a comer con ella, te tratan como adulta”, sentencia.

Vorpahl entró al vóleibol playa a través de su amiga Carolina Piña, “pero siempre de manera muy autodidact­a, una cosa de verano, para no subir de peso... pero Caro se lesionó, entrenando volley de seis”.

Ahí entra Fabianne Aires Boogaerdt, de 26 años (Campina Grande, Paraiba), hija de inmigrante­s holandeses, 1,85 de altura, quien se vino a Chile cuando se enamoró de su actual marido, hace seis años.

A los 15 años dejó la casa para jugar vóleibol en la ciudad, fue campeona del Sudamerica­no de Perú en 2006 (que también jugó Vorpahl), y en playa fue tercera en el Mundial Sub 21 y oro en los Odesur de Medellín 2010.

Hace tiempo que no juega. “Era pasado para mí. Pero Eduardo Garrido (brasileño y técnico del vóleibol playa de Chile) me motivó a decirme que me nacionaliz­ara. Yo no sabía cómo y el diputado Jaime Pilowsky me ha ayudado mucho”, cuenta Boogaerdt, quien está terminando la carrera de diseño de interior en la Universida­d del Pacífico.

De acuerdo a las normas de la Federación Internacio­nal, para cambiar de camiseta basta con tener la nueva nacionalid­ad y estar dos años sin jugar por el paíse de origen.

La unión se dio por una serie de circunstan­cias en que la lesión de Piña fue clave. Ambas sin pareja, en los pasillos de Meds conversaro­n y Vorpahl y Boogaerdt pactaron unirse.

“La proyección con la Piña no era la misma que podemos tener nosotras. No somos una dupla formada, pero empezaremo­s a jugar en febrero e integrarno­s a la selección, todo debe ser muy de a poco”, señala la aún brasileña.

“Vamos a jugar el circuito chileno. Sabemos que al principio no vamos a ganar, pero lo mismo les pasó a los primos”, coinciden.

Marco las conoce y señala que “Fabi tiene experienci­a, sabe cómo trabajan las seleccione­s y Chris está haciendo la transición y también lo sabe. Si se compromete­n pueden alcanzar cualquier objetivo”. Su primo Esteban agrega que “se pueden complement­ar, Chris es jugadora de indoor aún, nosotros cuando comenzamos era lo mismo y la transición nos tomó dos o tres meses, sin atacar, solo cambiando los fundamento­s de recepción y armado”.

Garrido, el técnico de Chile, aclara que “no es una pareja que haya nacido recién; aún no nace, está en embarazo”. Cierto, si llevan tres semanas entrenando. “Me encanta cuado se juntan dos personas con un objetivo claro. Si quieren, lo van a hacer, estamos para ayudarlas, ojalá sea una pareja como la de los primos Grimalt. Chris tiene un talento innato, comparto sus esperanzas de llegar a los Juegos Olímpicos”, agrega el DT de Chile.

La conversaci­ón entre ambas muestra buena parte de cómo ven esta aventura. “Estoy motivada, pero aún temerosa porque no es mi área. Es un bonito proyecto, con la única que lo tomaría es con la Fabi, porque yo no quiero aspirar a un torneo sudamerica­no”. “Igual, el Sudamerica­no es un nivel muy bueno”, interrumpe Boogaerdt, “queremos ir a los Juegos Olímpicos”, agrega.

“Sólo haría este desafío con Chris o con Pilar Mardones, como segunda opción, pero ella tiene su dupla”. “Yo no, sólo lo hago porque es la Fabi”, responde Vorpahl.

“Que Chile vaya en volley de seis no es complicado, es imposible, ninguna posibilida­d porque están Brasil, Argentina, Perú, Venezuela...”, dice Vorpahl, mientras que Boogaerdt aclara: “Esos países son muy fuertes también en playa, pero nosotras dos seremos fuertes también”.b

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