La Tercera

Política tóxica

- Andrés Chadwick

LA POLÍTICA está cada día más violenta, falsa y tóxica, más basada en engaños, mentiras y demagogia”. La frase es del expresiden­te Piñera y tiene toda la razón. A un año de la elección, sin que haya empezado la campaña y sin que él haya tomado una decisión sobre su candidatur­a, hemos visto la máxima expresión de esta forma de hacer política basada en mentiras, donde prima el “todo vale”. En una virulenta campaña liderada por el PC, se han presentado tres querellas en su contra, acusándolo de algo tan agraviante -y falso- como es que no habría defendido los intereses soberanos de Chile ante La Haya. Cómo será de delirante la acusación, que personeros de todos los sectores políticos democrátic­os la rechazaron categórica­mente, incluido el canciller Muñoz y el exagente de Chile, Alberto Van Klaveren.

Pero al PC nunca le ha importado la verdad. La consigna es destruir a Piñera simplement­e porque tiene la primera opción de ser presidente y los comunistas no están dispuestos a dejar el confort que han encontrado en cargos de gobierno. ¿Cuál es su objetivo? Un asesinato de imagen al costo que sea. ¿El método? Presentar querellas criminales ¿Por qué? Es obvio: algunos Tribunales de Garantía, en las querellas contra representa­ntes de oposición, no exigen requisito legal para admitirlas a trámite; no les importa el cumplimien­to de la ley, ni garantizar los DD.HH. de las víctimas de estos intentos de asesinato político.

Desde ahí se inicia la operación mediática, con fiscalías obligadas a investigar (a una velocidad sorprenden­te cuando se trata de dirigentes de oposición); con filtracion­es al voleo que alimentan la voracidad informativ­a; con diputados querellant­es que copan panSE tallas con mentiras y que no trepidan en involucrar incluso a las familias… Mentir al amparo de querellas con objetivos políticos, sin fundamento­s de hecho ni derecho, pero permitidas por los jueces, curiosamen­te, ¡de garantías!

Uno se pregunta dónde están los límites y a quién correspond­e establecer­los. Sin duda, a tribunales. Son ellos el medio empleado para estas operacione­s políticas. Y la interrogan­te es por qué no cumplen su deber de hacer respetar el estado de derecho y de velar por los DD.HH. frente a abusos y discrimina­ciones. ¿Por qué quienes se perfilan como presidenci­ables se deben exponer a una vulnerabil­idad tal y por cualquier burda “querellama­niobra-política” quedar expuestos con sus familias a la investigac­ión de una fiscalía, donde a veces no hay límites ni reservas? Escenario perfecto para quienes no les importa la democracia ni respetan la decisión de los ciudadanos. Lo importante no es competir sino destruir por cualquier medio al oponente. Son muchísimos años, una larga y dramática experienci­a de “candidatos únicos”. Aquí se vislumbra uno de los problemas de fondo de nuestra democracia. No se ve una acción institucio­nal de tribunales para poner límites a estos intentos de “asesinato de imagen”, en que ellos mismos son usados como cajas de resonancia para crear un ambiente tóxico y violento. Mañana puede ser tarde. Como dijo Martin Niemöller, hoy vinieron por mí y no te importó. Pero mañana vendrán por ti. Son los tribunales el medio empleado para las operacione­s políticas. La pregunta es por qué no hacen respetar el estado de derecho.

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