La Tercera

Aborto en niñas menores

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Señor director:

Gerardo Jofré insiste en tergiversa­r mis dichos y acomodarlo­s a su postura. En su última carta afirma que yo me doy “cuenta del daño sicológico para la menor y propongo arreglarlo con profesiona­les contratado­s por el Estado para que le den una explicació­n de por qué es bueno matarle a su guagua”.

Ya es poco riguroso equiparar aborto con homicidio, y a un embrión con una guagua. Pero vayamos al punto en cuestión: el apoyo profesiona­l que sugiero es para explicarle tanto a la niña como a sus tutores legales, todos los perjuicios que genera el embarazo y la maternidad infantil y adolescent­e, ya sea porque son ignorantes respecto al tema o porque se trata de personas fundamenta­listas. Al respecto, recuerdo cómo el propio subsecreta­rio de Salud Pública, Fernando Muñoz, se dio el tiempo en Radio Cooperativ­a de explicarle a una de las líderes del movimiento antivacuna por qué era beneficios­o para la salud de su hija que la inocularan contra el virus del papiloma humano. Y aun así ella insistía en no protegerla de un futuro cáncer cérvicoute­rino. Finamente, un tribunal la obligó a vacunar a la niña velando por su bien superior, mismo principio que inspira la obligatori­edad del aborto en menores de 16 años. Solo me resta señalar que no resulta coherente que el señor Jofré considere bueno que no se les permita a las niñas casarse, y a la vez le parezca malo que se les prohiba continuar el embarazo y ser madres. Porque, como expliqué en mi primera carta, la maternidad es una relación que se establece para toda la vida (a diferencia del matrimonio, que se puede terminar) y una niña no está en condicione­s de asumir tamaño compromiso.

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