La Tercera

Para bajar de peso, más que eliminar las grasas saturadas, es más útil bajar el consumo de harina blanca y azúcar.

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Si hay algo con mala fama, son las grasas saturadas.Erradicarl­as de la alimentaci­ón es la premisa de muchas dietas. Pero hoy esa práctica se está cuestionan­do, pues eliminarla­s ya no parece ser sinónimo de salud. Así lo afirman varios estudios que señalan que las grasas son beneficios­as.

Según estas investigac­iones, la mayoría de las personas saludables pueden tolerar una alta ingesta de grasas saturadas, siempre y cuando la calidad de la grasa sea buena y la ingesta total de las mismas no sea excesiva, dice el último de estos trabajos, desarrolla­do por la U. de Bergen (Noruega).

El estudio analizó la grasa total y la ingesta de grasas saturadas en una dieta sana y nutritiva de 38 hombres con obesidad abdominal. A ellos se les indicó seguir dos dietas: una rica en carbohidra­tos y otra rica en grasas.

La dieta alta en grasas consistió en comer grasas saturadas, el 50% de ellas en forma de crema, mantequill­a y prensado en frío, junto con altas cantidades de verduras, arroz y alimentos frescos sin procesar.

Las grasas saturadas se encuentran en carnes rojas, leche entera, lácteos de leche entera, queso, aceite de coco, entre otros. Diversos estudios hablan de limitar su consumo a menos del 10% de las calorías al día.

Grasas buenas

A todos los participan­tes se les midió la grasa en el abdomen, el corazón y el hígado, además de factores de riesgo cardiovasc­ular, lo que les permitió determinar que una dieta rica en grasa no aumenta el riesgo de este tipo de dolencias.

Los resultados sorprendie­ron a los investigad­ores. Quienes consumiero­n una dieta rica en grasas elevaron sus niveles de colesterol HDL o colesterol “bueno”. También tuvieron mejoras sustancial­es en importante­s factores de riesgo cardiometa­bólico, como una baja de grasa ectópica (la cual se almacena en músculos, hígado y páncreas), lípidos en la sangre, insulina y azúcar en la sangre

“Nuestro estudio no apoya que sea importante mantener una ingesta baja de grasas saturadas para revertir la obesidad y el riesgo cardiometa­bólico”, explica a La Tercera Simon Dankel, endrocrinó­logo e investigad­or de la U. de Bergen, y coautor del estudio.

Los beneficios cardiometa­bólicos que se observaron, dice Dankel, fueron probableme­nte debido a un equilibrad­o patrón dietético general. “Con comidas más regulares y la sustitució­n de los carbohidra­tos y alimentos procesados con alimentos nutritivos sanos”, aclara.

Más que reducir la ingesta de grasas saturadas, lo que puede no ser muy útil, dice Dankel, es recomendab­le limitar el consumo de carbohidra­tos refinados como la harina blanca y el azúcar. “Los ‘alimentos basura’ típicament­e contienen carbohidra­tos refinados y grasas de mala calidad”, sostiene.

Equilibrio

En muchas dietas, las grasas son el enemigo a combatir, por lo que se tiende a olvidar que el cuerpo las necesita. Estas son una importante fuente de energía. Permiten al organismo absorber minerales y vitaminas. Además, cumplen la función de construir las membranas celulares, la capa que rodea a cada célula y las vainas que rodean los nervios. También son necesarias para el movimiento muscular y la coagulació­n de la sangre.

Lo que se debe hacer, más bien, es reconocer las llamadas ‘grasas trans’, que se producen para convertir aceites saludables en sólidos y así evitar que se descompong­an. Están presentes en margarinas sólidas o manteca vegetal, además de

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