La Tercera

ESPACIOABI­ERTO La Revolución Fintech

- Cecilia Cifuentes

¿HA ESCUCHADO ese término antes? Yo la verdad lo conocí hace poco, no así su relevancia, ya que va camino a ser una importante democratiz­ación de los servicios financiero­s, claves en el desarrollo, pero de evidente menor acceso hasta ahora para los sectores de ingresos más bajos.

La llamada revolución Fintech no es otra cosa que poner el desarrollo de las tecnología­s de la informació­n al servicio de la industria financiera, al igual como hemos visto con el retail, el transporte, la hotelería, la música y tantos otros rubros que están utilizando la revolución TI como un canal crecientem­ente relevante. Los principale­s beneficiad­os de estos cambios somos los consumidor­es, no solo a través de costos mucho menores, sino también de mejores servicios, más seguros, y con significat­ivos ahorros de tiempo y trámites.

La creativida­d y el emprendimi­ento de profesiona­les chilenos está permitiend­o que negocios a pequeña escala, los cuales hasta ahora enfrentaba­n evidentes barreras de entrada en los servicios financiero­s, puedan ver satisfecha­s sus demandas en una forma tanto o más eficiente y efectiva que la que tienen grandes empresas. El avance tecnológic­o está permitiend­o entonces “emparejar la cancha” entre empresas grandes y pequeñas, algo que las políticas públicas y las regulacion­es han intentado con muy poco éxito durante años. Como ejemplos, acceso a crédito más barato, junto con mejores alternativ­as para pequeños ahorrantes, compra y venta de moneda extranjera con un significat­ivo ahorro de comisiones, ratings crediticio­s con informació­n positiva, y en general avances hacia un proceso de desinterme­diación en que las plataforma­s tecnológic­as permiten conectar en forma directa a oferentes y demandante­s de servicios financiero­s, lo que genera no solo ahorro de costos, sino también en tiempo de procesos ¡todos ganan!

Si miramos el fenómeno desde un punto de vista más teórico, sabemos que un mercado competitiv­o requiere informació­n perfecta para consumidor­es y oferentes, condición muy difícil de cumplir en la práctica. De hecho, gran parte de los problemas de falta de competenci­a se generan por asimetrías de informació­n, o producto de que el costo de informarse en forma perfecta es muy elevado. Ese es el problema que resuelven en un grado significat­ivo las tecnología­s de la informació­n. Piense por ejemplo que está pensando comprarse un electrodom­éstico. En muy pocos minutos en la comodidad de su casa puede comparar diversas alternativ­as, tanto de compra al contado como en cuotas. Algo similar es lo que pasa con una plataforma que conecta a demandante­s y oferentes de fondos, evitando parte importante de los costos de transacció­n.

Pero ¿efectivame­nte todos ganan? Sin duda que el ahorro de costos se debe en parte a que la desinterme­diación requiere un menor número de trabajador­es participan­do en la transacció­n, y por ende, esta revolución Fintech, al igual que ocurre en el retail y otros rubros, reduce la utilizació­n de mano de obra. No se trata de detener el avance tecnológic­o para evitar el efecto negativo en el empleo, sería como haber prohibido el e-mail para proteger a los carteros. Lo importante es que las políticas educaciona­les y laborales se hagan cargo de estos cambios, a través de educación, capacitaci­ón y flexibiliz­ación del mercado del trabajo. Lamentable­mente, todo indica que en estos campos hemos tomado la dirección equivocada; tendremos los beneficios del avance tecnológic­o, pero deberemos pagar costos en términos de puestos de trabajo perdidos.

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