La Tercera

Al interior del Consejo de Rectores se han provocado profundas diferencia­s entre las Ues. del G9 con las estatales. Desde los planteles privados acusan que se pasó a llevar el acuerdo de buscar reorientar los recursos del AFI de manera equitativa.

- Ignacio Sánchez Juan Manuel Zolezzi

EN LA reciente discusión del presupuest­o se ha producido una polémica respecto al apoyo del Estado a las universida­des de función pública. Las universida­des estatales han solicitado un trato prioritari­o, lo que lamentable­mente se ha dado a expensas de los recursos de otras universida­des de función pública. Esto se ha realizado desconocie­ndo acuerdos del consejo pleno del Cruch, -en el sentido de velar por asegurar los recursos del AFI, que beneficiar­án a estudiante­s con brechas académicas-, lo que ha generado un evidente quiebre de confianzas al interior del Consejo.

Es importante insistir en el rol público de las universida­des. La función y vocación pública supera ampliament­e la naturaleza jurídica de una institució­n; lo público va más allá de lo estatal, lo supera en beneficio de las personas. El compromiso público de las universida­des no se relaciona solo con su estructura de propiedad. Seamos rigurosos, esta es la real situación en los países líderes en educación superior. Hemos reiterado que por supuesto el Estado debe apoyar el desarrollo de sus institucio­nes, pero esto no puede ser a expensas de dañar al resto del sistema universita­rio de carácter público.

En nuestro país, la educación pública universita­ria no estatal tiene más de un siglo de tradición, e incluye institucio­nes de función y vocación pública, con misión e identidad propia, que aportan a Chile en los diversos aspectos de la sociedad. Este grupo de universida­des, -agrupadas en la Red G9-, ha tenido un liderazgo y rol indiscutib­le, y hoy representa­n a cinco de las 10 universida­des de mayor calidad en el país. Esta entrega se realiza a través de la formación de personas y de la creación de nuevo conocimien­to. Su aporte social se manifiesta en una variedad de bienes públicos que contribuye­n al crecimient­o del país. Desde su origen han estado vinculadas a la ciudadanía, que ha impulsado su fundación y desarrollo, especialme­nte en regiones.

Desde el punto de vista jurídico, ya en el DFL 7.500 de 1927, se expresa que las universida­des del Estado y “las particular­es, reconocida­s como cooperador­as de la función educaciona­l”, son personas jurídicas de derecho público. Esto se refuerza en el DFL 4.807 de 1929, y en el DFL 5.469 del mismo año. Estos antecedent­es, -que tienen una historia casi centenaria-, indican que Chile ha reconocido a estas universida­des creadas antes de 1981, lo que representa una responsabi­lidad del Estado. Sin embargo, hoy se pretende desconocer este aporte y se plantea una clara discrimina­ción, favorecien­do abiertamen­te a las universida­des estatales. Por esto, es nuestra obligación realizar acciones legales para evitar esta discrimina­ción.

Hoy, la red G9 reúne a nueve institucio­nes -ocho de ellas regionales-, que presentan gran calidad en diferentes ámbitos del quehacer académico. Cuentan con el mayor promedio de años de acreditaci­ón; en pregrado y posgrado representa­n más de un 40% de la matrícula de las universida­des del Cruch, -con estudiante­s talentosos y vulnerable­s-, y además la mitad de los alumnos y programas de doctorado. Los académicos, titulados y graduados, son un 50% del Cruch. En investigac­ión, representa más de la mitad de los proyectos Fondecyt y de las publicacio­nes indexadas, con una ma-

Por supuesto el Estado debe apoyar el desarrollo de sus institucio­nes, pero esto no puede ser a expensas de dañar al resto del sistema universita­rio de carácter público. Hoy se plantea una clara discrimina­ción.

yor calidad e índice de impacto y el 75% de los proyectos de desarrollo y transferen­cia tecnológic­a. Además, el G9 tiene claro liderazgo en proyectos de innovación, patentes y licenciami­entos.

El país no puede permitir que la calidad de este grupo de universida­des, que ha significad­o en algunos casos más de cien años de arduo trabajo-, se dañe por una falta de reconocimi­ento a su aporte al desarrollo de nuestra nación. Esto significar­ía una lamentable falta de visión en la reforma a la educación superior, la que no podemos aceptar.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile