¿Qué sucede si el FBI encuentra evidencia de una conducta criminal por parte del Presidente? ¿Qué pasa si el Presidente trata de cerrar las investigaciones del FBI?
El Presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, parece decidido en revivir un género de Hollywood olvidado: el melodrama paranoico. Quizás la mejor película en este género es The Manchurian Candidate, que trata sobre un complot comunista para lavar el cerebro de un líder de una familia de derecha con el fin de revertir el sistema político americano. Dado el cariño que Trump y muchos de sus designados parecen tener al Presidente ruso Vladimir Putin, la vida puede estar a punto de imitar –si no exceder– al arte.
Para estar segura, la atracción por Putin que comparten Trump, el designado secretario de Estado Rex Tillerson y el asesor de Seguridad Nacional, el ex general Michael Flynn, no es el resultado de un lavado de cerebro, a no ser que se considere el amor por el dinero (y de las personas que pueden enterrarlo a usted) un lavado de cerebro. No obstante, tal Kremlinofilia es – para resucitar una palabra fragante de la Guerra Fría- decididamente no americana.
Considere la burla mostrada por Trump y su grupo por los informes de la CIA de que los hackers dirigidos por el Kremlin intervinieron el mes pasado en la elección para beneficiar a Trump. De manera típica, Trump soltó una avalancha de tuits contra la CIA. Su nominado para subsecretario de Estado, John Bolton, fue aún más lejos, sugiriendo que el hackeo al Comité Nacional Demócrata y al jefe de la campaña de Hillary Clinton, John Podesta, era una operación de “bandera falsa” designada para difamar a un inocente Kremlin.
La idea de que el Presidente electo de Estados Unidos tomara la palabra del Kremlin sobre la de los oficiales de la CIA e incluso a los miembros más antiguos de su propio partido ya es extraño y peligroso. Pero la simultaneidad de la nominación de Tillerson –el eterno CEO de Exxon Mobil, la compañía energética estadounidense más poderosa, la cual tiene decenas de miles de millones de dólares invertidos en Rusia- para convertirse en el mayor diplomático del país lleva a este romance con un adversario importante a un nivel sin precedentes en la historia de Estados Unidos.
Para Tillerson, estar del lado de Rusia y en contra de Estados Unidos no es nada nuevo. Considera las sanciones que Estados Unidos y Europa impusieron a Rusia en respuesta a la anexión de Crimea por parte del país –un acto flagrantemente ilegalen 2014. En lugar de aportar a la política estadounidense, Tillerson la menospreció. En vez de honrar completamente el pedido del Presidente Barack Obama en el llamado de no enviar un representante de Exxon Mobil al Foro Económico Internacional anual en San Petersburgo luego de la anexión, Tillerson cínicamente envió al jefe de una de las operaciones internacionales de Exxon. Y en vez de devolver la Orden de la Amistad que recibió de Putin meses antes de la invasión a Crimea, Tillerson continua celebrando su estado de “amigo de Vladimir”.
Flynn, al igual que Tillerson, también ha estado festejando al Kremlin. Luego de ser despedido por Obama por su incompetente gestión en la Agencia de la Inteligencia de Defensa, inmediatamente comenzó a cultivar contactos comerciales con Rusia. Y Putin parece haber sido más que feliz de ver esas puertas comerciales abiertas para Flynn. Hay una foto no conocida de Flynn sentado junto a Putin en un banquete para RT (Russia Today), la red de noticias respaldadas por el Kremlin que fue una fuente principal de noticias, e incluso falsas, que inundaron a Estados Unidos durante la campaña electoral.
En cuanto a Trump, las declaraciones hechas por sus hijos sugieren que, si el público estadounidense alguna vez pegó un vistazo a sus declaraciones de impuestos y préstamos comerciales, se darían cuenta de que también ha estado emplumando su nido con oro del Kremlin por algún tiempo. El ha tomado indudablemente dinero de incontables oligarcas rusos. Para Trump, ningún dinero está demasiado mancillado para tomarlo.
La adoración de Trump por Rusia –o más acertadamente, las riquezas rusas- estaban aparentemente bien antes de que los estadounidenses fueran a las urnas, como era su costumbre de rodearse de consejeros que pensaran igual. Durante meses, la campaña presidencial de Trump fue dirigida por Paul Manafort, un operador político que trabajó para asegurar la victoria del desacreditado Presidente Viktor Yanukovych en la elección presidencial de Ucrania, en 2010.
Trump terminó los lazos públicos con Manafort solo después que el gobierno democrático actual de Ucrania revelara documentos que daban a conocer los millones de dólares que Yanukovich había pagado a Manafort en efectivo.
A medida que se aproxima el cambio de mando de Trump, los norteamericanos deberán enfrentar tres preguntas. Una, en cierto sentido, es una toma de una pregunta que Trump le hizo a Clinton durante la campaña: ¿Qué sucede si el FBI encuentra evidencia de una conducta criminal por parte del Presidente? O, quizás, más posible en el caso de Trump ¿Qué pasa si el Presidente trata de cerrar las investigaciones del FBI en sus actividades comerciales que involucran a Rusia, o en las acciones de sus amigos como Manafort?
La segunda pregunta, que cualquier senador estadounidense debería preguntar antes de confirmar a Tillerson como secretario de Estado, tiene relación con los alcances de sus intereses financieros de Exxon Mobil en Rusia. El Senado debería también investigar la cercana cooperación de Tillerson con Igor Sechin, el presidente de Rosneft y un notorio ex agente KGB, particularmente en renacionalizar gran parte de la industria de Rusia y ponerla bajo el control personal de Sechin. (Pregunta similar deberían preguntarle a Flynn, aunque, como es el asesor de Seguridad Nacional, no necesita ser confirmado por el Senado, poco se puede hacer sobre su nombramiento).
La mayor pregunta ¿Están realmente dispuestos los estadounidenses a aceptar a un Presidente que denuncia a hombres y mujeres que arriesgan sus vidas para defender a Estados Unidos, e igualmente de rápido alaba y defiende a Putin y sus amigos cuando su conducta imprudente, incluso criminal, está expuesta?