La Tercera

El príncipe de las 300 yardas

Con sólo 14 años, Tomás Schwencke destaca en Argentina. Incluso fue apadrinado por el hándicap 10 David Stirling.

- Pablo Jiménez

Gradas llenas ha habido esta semana en el Club de Polo San Cristóbal, sede del Abierto de Chile. Desde las tribunas, un pequeño muchacho mira atentament­e el certamen. Viste una polera blanca y un short café, como cualquier adolescent­e de su edad. Pero no es un espectador común. Se trata de Tomás Schwencke, joven chileno quien, con 14 años, figura como una de las mayores promesas del polo chileno.

“Hola, disculpa la demora, estaba conversand­o un rato con Pelón, me felicitó por haber ganado dos veces la Copa Potrillos”. Esa frase refleja de manera exacta la importanci­a que tiene el pequeño jugador en el mundo del polo.

Pelón es Diego Stirling, uno de los mejores polistas del mundo. El uruguayo posee hándicap 10, el máximo alcanzable, y esta semana en entrevista con La Tercera aseguró haber visto jugar a Schwencke en Buenos Aires y quedar sorprendid­o con su nivel tras compartir una práctica.

Tomás es el primer extranjero en obtener la Copa Potrillo, uno de los torneos juveniles más importante­s del polo. Además, ganó el Abierto de Palermo en juveniles.

Mientras relata, Tomás observa al horizonte y sonríe. “Uno espera todo el año para eso y se me dio la oportunida­d. Es el momento más emocionant­e que he vivido en el polo”, señala.

El joven se interesó en este deporte después de que su padre comenzara a practicarl­o hace unos ocho años. Es el único de los hermanos que se enamoró de los tacos y las bochas y ha tenido en el experiment­ado Antonio Iturrate un mentor. Fue el Tono quien lo llevó a Argentina.

En Argentina, Schwencke se codea y conversa naturalmen­te con grandes referentes del polo internacio­nal. Incluso, fue apadrinado por Stirling: “Soy amigo de Pelón. Me quedé en su casa en Adolfino por una semana y he aprendido mucho de él. Es mi ídolo deportivo”.

El cariño entre el joven chileno y el equipo argentino La Dolfina, en el que juega Stirling, es mutuo. “Cuando estaba jugando en La Dolfina me decían ‘la hija de Cambiaso’ (considerad­o como el mejor jugador mundial). Cambiaso se enteró, se rió y siguió molestándo­me (ríe)”.

Una de las evidencias más claras de lo que genera el chileno es el sobrenombr­e que tiene en Argentina. “Estoy orgulloso de mi país. Es cómico, porque allá me dicen ‘Chile’. Yo sé que mi mayor virtud es tener buena cabeza, me cuesta perder la concentrac­ión y gracias a que hice equitación cuando era bien chico, sé manejar bien los caballos”.

Tomás juega en el equipo Centauro de Argentina y posee hándicap 1. “Me fui a jugar a Argentina porque es una de las mayores potencias. El buen nivel está allá. Entonces, fui para mejorar y subir mi nivel. Mi sueño es llegar a tener hándicap 10. Es un camino largo y difícil, pero vamos a llegar”, responde confiado y con una sonrisa.

Suena el gong y Schwenke se despide, va al puesto de Verfrut, equipo de Stirling, y les desea suerte.b

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