La Tercera

El disparo que altera a La Araucanía

La fiscalía investiga el incidente ocurrido el domingo en Collipulli, entre carabinero­s y un adolescent­e que quedó herido de gravedad. Diez casas componen Villa Las Aguilas, más un templo evangélico.

- Por Pedro Cayuqueo

EN LA llegada a la ciudad de Collipulli al menos dos cosas sorprenden al visitante informado. Por un lado, el imponente monumento a Cornelio Saavedra, responsabl­e militar de la ocupación del territorio mapuche, ubicado en su plaza principal. No está solo. Flanquean al oficial dos cañones, donde niños mapuches se encaraman y juegan.

Lo otro que destaca es el fuerte contingent­e policial apostado en la zona, prueba más que evidente de lo inconclusa la tarea de Saavedra y sus tropas. No es la ciudad misma, donde su presencia, como denuncian autoridade­s comunales, más bien es escasa. Es más bien la Ruta 5 Sur, los cruces carreteros y sobre todo en los caminos interiores que conectan comunidade­s mapuches y fundos forestales.

Allí, relatan los pobladores, los controles de identidad son cotidianos y a cualquier hora del día. También los operativos del Gope y las Fuerzas Especiales de Carabinero­s, que resguardan faenas de explotació­n maderera y predios agrícolas. La zona, aseguran, es desde hace años un polvorín a punto de estallar. Fue lo que aconteció el domingo.

“Esa mañana yo estaba con mis dos nietos en el sitio de la casa y vi- mos harto movimiento policial en el camino”, relata Guillermo Hernández (62 años) a La Tercera. Es el abuelo de Brandon, el adolescent­e que el domingo recibió un disparo de perdigones a metros de su casa, en la ruta asfaltada que une Collipulli con las Termas de Pemehue, en la precordill­era.

“El primero en ir a mirar fue mi nieto más pequeño, de 13 años. A él lo tomaron y comenzó a gritar por ayuda. Brandon tomó su bicicleta y fue a ver a su hermano y lo tomaron rapidito. Cuando yo llegué al camino los tenían a los dos tirados en el suelo, boca abajo”, agrega.

Todo sucedió en el kilómetro nueve, muy cerca del poblado de Curaco, en la Villa Las Aguilas. Hasta allí llegó, en los 90’, una docena de familias mapuche urbanas de Santiago, evangélico­s en su mayoría. La familia de Brandon, una de ellas. “Mi sobrino tenía 2 años cuando llegaron las familias a vivir acá. Seguimos a nuestro pastor y dejamos la capital. Acá compramos estos terrenos y creamos la villa. Somos gente humilde, de trabajo y la mayoría cristianos”, cuenta Odette Saravia, tía de Brandon.

Fue un regreso a la tierra. Y a una cultura hasta entonces negada. “En 2012 nos organizamo­s y creamos la comunidad Inkayain Tañi Mapu, para recuperar lo nuestro”, cuenta Odette. “Tenemos también reivindica­ción de tierras, pero eso lo vemos en Conadi. No nos organizamo­s para pelear, lo hicimos para aprender”, subraya.

Villa de 10 casas

Diez casas componen Villa Las Aguilas. Diez casas y un templo evangélico. Allí se encontraba­n la mayoría de ellos el domingo, ya finalizand­o el culto, cuando sintieron el disparo en la carretera. Lo segundo fue ver al padre de Brandon corriendo, pidiendo ayuda a gritos al pastor. Su hijo de 17 años se desangraba a un costado de la ruta. Todos acudieron.

“A mi nieto lo tenían botado en el camino, boca abajo y le dispararon a quemarropa. Dicen que se les escapó el tiro, que fue un accidente. Pero no hay justificac­ión. Los tomaron como si fueran delincuent­es y son niños, una maldad muy grande hicieron”, relata Hernández.

Carabinero­s habló de un “forcejeo” entre el joven y el efectivo policial que disparó su escopeta antimotine­s. Todo ello sería negado por los testigos del incidente, quienes insisten en que Brandon jamás se habría resistido al arresto.

Investigac­ión de la fiscalía

Correspond­erá al fiscal Carlos Bustos establecer la responsabi­lidad del sargento segundo de Carabinero­s Cristián Rivera. Hoy se encuentra en libertad y con fijación de domicilio. La institució­n inició, además, un sumario administra­tivo a cargo de la Fiscalía Administra­tiva de la Zona de Control de Orden Público de Malleco. Rivera es de dotación de la base policial de Pailahuequ­e, un ex liceo intercultu­ral cerrado hace un par de años. Desde allí operan los helicópter­os de la Sección Aérea y los efectivos del Gope.

Para la concejala mapuche de Collipulli Alejandra Malian, cercana a la familia del joven baleado, “hoy en la comuna tenemos más tanquetas que ambulancia­s. Yo a diario recibo denuncias de abuso policial. Es lo que pasó ahora”.

Según la fiscalía, las primeras pericias de la PDI no permitiría­n imputar responsabi­lidad al uniformado. Pero la investigac­ión continúa.b

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El adolescent­e víctima del incidente, en una imagen autorizada por su familia.

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